Seguro que más de una persona ya ha hecho las maletas y está de camino a Italia para ver de cerca el volcán Etna en erupción. Sí, mientras muchos están pensando en cómo alejarse de allí, hay otros tantos que deciden aproximarse lo más que puedan, sin importarles el peligro que puedan correr. Se trata de una nueva moda en el sector del turismo y los destinos surgen de improviso, cuando la naturaleza decide despertar de su letargo a volcanes activos (que han hecho erupción en los últimos 100 años).
Un informe presentado esta semana por la Royal Geographical Society advierte del número de personas que, haciendo caso omiso a cualquier aviso de peligro, pone como destino zonas volcánicas que están en pleno proceso de erupción o que tienen probabilidad de hacerlo en breve (siendo Islandia uno de los destinos más elegidos). Lo que no se plantean es que su «excursión de ensueño» se puede convertir en toda una pesadilla.
La autora del estudio, la geógrafa Amy Donovan, de la Universidad de Cambridge, alerta de todos los peligros que rodean a esta práctica, más aún cuando los aventureros son personas que tienen poca o nada de experiencia sobre cómo la actividad volcánica puede impactar en los alrededores: rocas que salen disparadas a alta velocidad y a temperaturas elevadas, explosiones de lava a larga distancia, la posibilidad de asfixiarte por la falta de oxígeno en medio de una nube de polvo, desmayarte por la inhalación de gases contaminados o incluso acabar atrapado por ríos de lava.
La autora del informa apunta que el aumento de los smartphones y de la búsqueda de popularidad en las redes sociales hace que haya numerosos incautos que prefieren arriesgar su vida por conseguir la selfie del día. Por cierto, que ya en 2017, cuando el volcán Etna tuvo una de sus erupciones sorpresa, pilló a un grupo de la BBC y a docenas de turistas en la zona. Lograron sobrevivir, pero las imágenes demuestran la necesidad de tomar precauciones y de estar previamente informado antes de ir a estos lugares. Esta selfie no la olviarán nunca…
Donovan critica, además, que los turistas no solo ponen en peligro su propia vida, sino la de las personas encargadas de realizar un rescate de emergencia en caso de tener que llevarlo a cabo: «Muchos países volcánicos se enfrentan al dilema de querer que les visiten, pero también quieren mantener a los turistas seguros, algo que es complicado. Las personas rompen con las regulaciones de seguridad. No se puede vigilar un volcán de noche».
Fuente: DigitalTrends