La Tierra está despertando y lo está haciendo a lo grande. Una serie de erupciones en el volcán Anak Krakatoa de Indonesia provocó la pasada noche del sábado un tsunami que golpeó las costas al noroeste de la capital del país (Yakarta), en el Estrecho de la Sonda. Hasta el momento, 429 personas han fallecido, aunque la cifra será más alta con el paso de los días, ya que hay decenas de desaparecidos y unos 1.400 heridos de diversa consideración. Según la agencia de gestión de desastres de Indonesia, existe temor a nuevos tsunamis en la zona debido a que el volcán mantiene la actividad. De hecho, la zona de peligro se habría extendido de 2 a 5 km y los turistas no pueden hacer actividades dentro de ese radio.
Los expertos temen que se vuelva a repetir una misma situación que en 1883 cuando el volcán sufrió una erupción enorme equivalente a 7.000 bombas atómicas. La meteoróloga de ElTiempo.es, Mar Gómez, nos contaba esta historia en junio de 2018, cuando nos explicó de qué manera podría afectar al clima este tipo de actividad: «Sus cenizas alcanzaron 80 kilómetros de altura lo cual aseguró su permanencia junto con otros gases durante varios años y disminuyendo la temperatura del planeta hasta 1.2ºC el año siguiente».
Cuando aún estábamos recibiendo esas primeras imágenes de la actividad del Krakatoa y de sus catastróficas consecuencias fue cuando llegaron noticias sobre un volcán que nos queda más cerca, en Italia. Se trata del Etna y es el más alto y activo de Europa. En 2017, ya entró en erupción, pero sin llegar a ser peligroso para la población, pero el de esta semana ha sido preocupante ya que ha provocado serios daños en Sicilia tras un terremoto de 4.8 en la escala de Richter y decenas de pequeños temblores posteriores (algunos imperceptibles) que indican que aún podría dar alguna sorpresa.
El sismo se registró en Catania, en la parte oriental de la isla, pero afortunadamente no produjo heridos, aunque sí daños materiales (sobre todo en estructuras abandonadas o poco habilitadas).
Tras él, hemos sabido del despertar de otro volcán italiano, el Estromboli, en las islas Eolias, que ha coincidido prácticamente en el tiempo. ¿Casualidad? Por el momento, sí. No existe ninguna conclusión científica hasta el momento que explique esta situación, y es que por mucho que sean dos volcanes cercanos (apenas están a 200 km de distancia) no estarían interconectados como muchos medios estarían afirmando ya que son dos tipos de volcanes diferentes. En las últimas horas, la alerta en la zona ha pasado de «verde» a «amarillo». Tal y como informa la página especializada, Volcano Discovery, que esto indicaría que la situación ha pasado a ser inestable, aunque por el momento no ha habido erupciones significativas.
Seguiremos atentos a como evolucionan estos tres volcanes y hasta qué punto es todo cosa de la naturaleza o si la mano del hombre pueda tener parte de responsabilidad. Cierto es que la era de la tecnología hace que estos sucesos estén más presentes en redes sociales y en noticias, pero no en la comunidad científica no es motivo de preocupación.