La autoestima, el erotismo personal, el placer propio…vamos, la masturbación, no es una práctica exclusiva de los primates. Ni siquiera se limita a los mamíferos.
La razón de su existencia es algo que aún se debate. Indudablemente debe aportar beneficios evolutivos para que se mantenga como conducta. Algunos señalan a las avispas que se dejan engañar por una especie de orquídeas que simulan avispas hembras. Las flores lo harían por la polinización y los machos, para aprender. De acuerdo con un estudio publicado en Science, cuanto más quisquillosos son los machos avispas con las flores, más lo son con las hembras.Así, los que más se consuelan con las flores, también tendrán más parejas.
Otra teoría tiene que ver con el depósito. Masturbarse permitiría liberarse del esperma que lleva almacenado demasiado tiempo y es menos fértil. Los grillos por ejemplo, van liberándose de cargas espermáticas deliberadamente…aunque eso no sé si cuenta como masturbación.
Ciertas especies de ardillas africanas, como laXerus inauris, se masturban justo después de la copula con el, muy chulesco, propósito de limpiar la uretra y mostrar su increíble resistencia de paso, según lo afirma un artículo publicado en PLOS. Algunos ejemplares se realizan autofelaciones (lo dicho, son muy chulos) con el propósito de reducir la posibilidad de contraer una enfermedad de transmisión sexual (ETS). Esta práctica también se ha observado en murciélagos, que no solo la usan para evitar ETS, sino también para que la relación sexual sea más larga… Sí, hay animales que se masturban justo antes de una copula para mantener más tiempo ocupada a la hembra y evitar que se vaya con otros machos. Evolución.
Así la masturbación podría ser una estrategia para garantizar o al menos aumentar las posibilidades, de tener prole.
Pero hace falta aún mucho estudio…al igual que es necesaria más investigación en lo que respecta a la masturbación femenina en la naturaleza de la cual se sabe muy poco.
Mientras tanto, estos son algunos animales que tienen la costumbre de darse placer.
Cetáceos
Tanto en libertad, utilizando el fondo marino o rocas, como en cautiverio, recurriendo a las paredes de la piscina, los científicos han visto a delfines, orcas y hasta delfines de río llevar a cabo esta práctica. No se sabe si las ballenas lo hacen. El neurocientífico David J. Linden, en su libro La Brújula del Placer, habla del caso de un delfín que utilizó un anguila viva para proporcionarse gustito.
Elefantes:
Al igual que los caballos, estos paquidermos utilizan los músculos en la base del pene para agitarlo y golpearlo contra la tripa. Se ha detectado que esta costumbre es particularmente frecuente durante el período más violento del celo, en el que la testosterona y la agresividad están en su máximo nivel.
Morsa
Si, estos animales marinos también lo hacen. A pesar de tener aletas en lugar de manos, las utilizan para estimular su pene.
Puercoespín
Estos roedores, con fama de peliagudos, se contentan con ramas o piedras que frotan contra sus órganos genitales. Tanto ellas como ellos.
Lagartos
En los machos la masturbación podría tener “fines higiénicos y estéticos”: al frotarse se desprende la piel, la mudan, y con ello se liberan de cualquier bacteria y parásitos que podría haber cogido en la cópula y, de paso, mantiene la piel con una apariencia saludable.
Por su parte, las iguanas marinas podrían decirse que son pioneras en la masturbación tántrica. Debido a la competencia por las hembras, pocos machos llegan a culminar una relación sexual y a veces reina el “aquí te pillo, aquí te insemino”. Las iguanas más pequeñas, con menos posibilidades, se masturban contra las rocas, pero guardan el fruto de su orgasmo hasta que encuentran una hembra dispuesta y en apenas unos segundos, la inseminan. Esta táctica aumenta el índice de éxito un 41%.
Tortugas
Apenas son sexualmente maduras, las tortugas se masturban. Lo hacen frotando su espinoso y espeluznante pene contra rocas, escalones, troncos…básicamente cualquier superficie dura y de tamaño adecuado.
Pingüino
Animales muy dotados para la masturbación ya que no necesitan tocarse. Durante la expedición de Scott al Polo Sur, en 1991, G. Murray Levick, describió el comportamientodel pingüino adelaida: “A veces veíamos que algunos de ellos se alejaban y se quedaban quietos sobre alguna roca. Luego comenzaban a moverse como si estuvieran copulando. En algunos casos llegaban a eyacular sobre el suelo.”
Juan Scaliter
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