El desierto de Takamaklan, en el noroeste de China, podría albergar nada menos que un océano subterráneo. Eso es lo que sugiere un equipo de investigadores de la Academia China de Ciencias dirigido por Li Yan. Los científicos estaban estudiando las cantidades de dióxido de carbono existentes en el aire del desierto, y descubrieron que este absorbía grandes cantidades de gases de efecto invernadero (aproximadamente unos 5.000 millones de kilos anuales).
Según el profesor Yan, ese hecho sugiere que bajo la arena del desierto tiene que encontrarse agua subterráneo, y en unas cantidades enormes, dada la gran cantidad de dióxido de carbono que se absorbe. La hipótesis se sustenta además en el hecho de que el desierto está en una cuenca en forma de valle que recoge agua de sistemas de drenaje, como la que se ha derretido de los glaciares de las dos cadenas montañosas que lo rodean. Un agua que en su mayoría se filtra al subuselo.
Según las estimaciones de los investigadores, la cantidad de agua subterránea podría ser similar a la de un pequeño océano que, a su vez, sería más grande que todos los lagos de Estados Unidos juntos.
Redacción QUO
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