Que levante la mano aquel al que no le gusten los caballos. Como puedes imaginar, la sala no estaría muy llena de personas que afirmaran tal cosa ya que el caballo nos conquistó profundamente desde que el hombre se propuso amaestrarlo hace 3.600 años. A pesar de estar tan acostumbrados a verlos, solo con la observación profunda podemos fijarnos en un curioso detalle ubicado al final de sus patas. ¿Con qué corren exactamente los caballos? Sobre la uña de su dedo corazón.
Piénsalo detenidamente. Imagina cómo tus pies cambiarían si solo tuvieses un dedo corazón en cada uno ¿raro, verdad? Pues eso es exactamente lo que les ha ocurrido a los caballos. Hace miles de años los caballos tenían el tamaño de un perro y también los mismos ‘dedos de los pies’, pero la evolución mejoró su ‘equipación’ con el paso del tiempo. Un nuevo estudio, publicado en la revista especializada Proceedings of the Royal Society B, sugiere que según fueron aumentando de tamaño, sus dedos fueron desapareciendo hasta quedarse solo con uno (que es lo que hoy llamamos casco).
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Esto tiene toda la lógica del mundo, ya que al aumentar su tamaño un solo dedo podía proporcionar una mayor resistencia al estrés óseo que varios dedos más pequeños. Para entender esto, hay un ejemplo clásico. Piensa en las ruedas de una bicicleta y en las de una moto de 1200 cc. Son diferentes, ¿verdad? Y todos tenemos claro que una rueda de bici necesita menos fuerza que las ruedas de una moto grande. ¿Te imaginas conducir una moto de 1.200 cc con las ruedas de una bici de montaña? Pues con las pezuñas de los caballos pasó exactamente igual.
Con el fin de rastrear los cambios que generó la evolución en la pezuña del caballo, primero los investigadores analizaron 13 huesos fosilizados de sus patas con 50 millones de años de antigüedad del género Hyracotherium, que tenía tres dedos en sus patas traseras y cuatro en las delanteras. Después, compararon los resultados con los de los caballos modernos (longitud, resistencia…). También estimaron su peso corporal y calcularon cuánto estrés habían sufridos sus huesos al trotar o saltar. A medida que la masa del caballo aumentaba, su dedo corazón se fue agrandando y haciendo más resistente al estrés óseo, mientras que sus dedos secundarios se redujeron hasta desaparecer.
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Es decir, los caballos de hoy solo tienen un dedo pero, si lo observas de cerca, podrías ser capaz de detectar minúsculos vestigios de su pasado en sus pezuñas.
Vía | sciencemag.org
Rafael Mingorance
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