Salir al campo en pleno verano para cazar luciérnagas era y sigue siendo para muchos niños una de las experiencias más mágicas que existen. ¡Animales que emiten luz brillante, incluso fluorescente! Era una actividad que resultaba tremendamente divertida, más aún incluso cuando conseguíamos tener una en nuestras manos, en plena oscuridad. Pero esta característica, conocida como la bioluminiscencia, está muy extendida en numerosos organismos vivos y se produce por una reacción química en la que interviene una enzima llamada luciferasa.
Es el caso de unos microorganismos unicelulares eucariotas llamados dinoflagelados, un grupo de protistas que se mueven con ayuda de flagelos y que se encuentran habitualmente en el fitoplancton del agua dulce y marina. De hecho, la gran mayoría vive en agua salada y es ahí donde crean un efecto mágico que conocemos como bioluminiscencia. Esta se produce cuando el movimiento de las olas del mar hace que se generen una especie de impulsos eléctricos que se extienden por el microorganismo activando la enzima de la que hablábamos, la luciferasa. Esta reacciona con otra molécula, conocida como luciferina, la cual hace que se emita el efecto fluorescente. También reaccionan al sentirse amenazadas por lo que verás cómo se iluminan si mueves el agua con fuerza con la mano o incluso si arrastras un pie sobre la arena. Todo un espectáculo.
Esta semana, el efecto está siendo muy comentado en redes porque las playas de San Diego están dejando unas imágenes preciosas de este fenómeno que solo podréis ver si salís por la noche. De hecho, los fotógrafos están aprovechando para sacar imágenes tan impactantes como estas:
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Alberto Pascual García