Prácticamente todos bebemos leche materna cuando somos recién nacidos. Luego, conforme vamos creciendo, pasamos a la de vaca. Y, salvo que se tenga intolerancia a la lactosa, lo habitual es tomarla a lo largo de toda la vida. Pero, más allá de las leches de vaca, cabra u oveja, no es habitual que probemos la de ningún otro tipo de animal. Por supuesto, no s habitual aquí, en la sociedad occidental. Porque en otros lugares del mundo se consume leche de casi cualquier tipo de mamífero. ¿Nunca os habeís preguntado que tal sabrá?
Es la que mayor contenido graso tiene; superior al 50%. Tiene su lógica, ya que als crías de esta especie necesitan consumir gran cantidad de lípidos para resistir mejor el frío. Dicen que contiene tantas calorías como el más hipercalorórico y cremoso helado del emrcado.
Es un alimento muy habitual entre los pueblos nómadas del Norte de África y oriente Medio. Pero, además, se está poniendo de moda en Occidente. ¿La causa? Algunos estudios apuntan a que tiene supuestos efectos saludables para pacientes de reuma y diabetes. El porcentaje de grasa de esta leche es bastante bajo; alrededor del 2%.
Es el caso opuesto al de la foca, ya que las hembras de esta especie producen la leche con menos materia grasa de todo el espectro de los mamíferos. Solo un 0,2%. Al parecer se debe a que el período de lactancia de las crías es excesivamente prolongado, y producir una leche demasiado grasa tendría un coste muy alto en nutrientes para la madre.
Aseguran los expertos que es muy parecida a la de vaca o cabra. Entónces, ¿por qué no tenemos hábito de consumirla? Básicamente, por la dificultad que supone ordeñar a estos animales, ya que las hembras poseen catorce tetillas muy pequeñas y muy poco manejables, si se las compara con las cuatro de la vaca.
Tiene menos materia grasa que la de la vaca y, desde tiempos inmemoriales, se habla de sus supuestas propiedades terapéuticas. De hecho, dicen que Cleopatra se abañaba en ella (también la de burra).
Los nómadas de las estepas de Mongolia la consumen de forma habitual y con ella, una vez fermentada, fabrican una bebida alcohólica llamada Airag, que puede causar «flojera» intesitnal.
Tiene un sabor tirando a a amargo y una proporción de materias grasas tirando a alta. En cambio, la cantidad de lactosa que contiene es bastante baja; aproximadamente la mitad de la de la leche humana.
Su leche es muy rica en grasas y proteínas. Los habitantes de la tundra siberiana y del Tíbet y Mongolia la consumen de forma habitual. También fabrican productos derivados como el queso. Quienes lo han probado dicen que es incluso más sabroso que el de vaca. Pero, en cuestión de gustos…