Un fósil de dinosaurio en un asombroso estado de conservación revela por primera vez cómo era su cloaca, una abertura polivalente que servía para orinar, defecar, reproducirse y poner huevos
Los dinosaurios, esos lagartos terribles, aparecieron hace 240 millones de años y desaparecieron aproximadamente hace 66 millones de años. Los restos que nos quedan de su paso por el planeta son sus huesos, y son especialmente conocidos los de los ejemplares más grandes como el brontosaurio o el tiranosaurio. Poco o nada queda de los tejidos blandos.
Sin embargo hace unos años se encontró en China un fósil de Psittacosaurus en un estado de conservación tan asombroso que se podía distinguir la piel. Se trata de un dinosaurio de cola erizada, un poco más grande que un perro, y con protecciones óseas en el hocico, lo que significa que era un pariente del Triceratops. El Psittacosaurus vivió durante el periodo Cretácico, que duró desde hace unos 145 millones hasta la gran extinción de hace 66 millones de años.
En un primer lugar los investigadores examinaron el fósil del Psittacosaurus intentando determinar el color de su piel, y cómo la pigmentación le ayudaba a camuflarse. Pero Jakob Vinther, un paleobiólogo de la Universidad de Bristol en el Reino Unido, se fijó en algo más: la cloaca, la abertura del trasero del pequeño dinosaurio estaba excepcionalmente bien conservado.
Junto con con Robert Nicholls, paleoartista, y Diane Kelly, experta en penes de vertebrados y sistemas copulatorios de la Universidad de Massachusetts Amherst, Vinther ha publicado un estudio en Cell en el que se detalla como nunca antes había sido posible la anatomía de la puerta trasera de un dinosaurio.
Las personas se quejan a menudo del diseño de sus partes bajas, quejándose de que la evolución puso «el retrete al lado de la zona de recreo». Pero otros animales no tienen ni siquiera la suerte de tener esa separación. La mayoría de los tetrápodos, con la excepción de los mamíferos y marsupiales, defecan, orinan, copulan y ponen huevos por el mismo agujero, una cavidad musculosa llamada cloaca.
Es el caso de las gallinas y otras aves, que son los parientes actuales más cercanos a los dinosaurios. Pero la cloaca del Psittacosaurus se parece más a la de los cocodrilos, aunque tiene características propias.
El ejemplar está tan bien conservado que los investigadores pudieron ver los restos de dos pequeñas protuberancias que podrían haber albergado glándulas de almizcle que el reptil posiblemente utilizaba durante el cortejo, algo que también se observa en los cocodrilos actuales.
Además, el equipo observó que las regiones exteriores, los llamados «labios» de la cloaca tenían una pigmentación oscura de melanina, lo que podría ser una señal visual, similar a los traseros de color rojo brillante de los babuinos. Los científicos llegaron a la conclusión de que el Psittacosaurus era de color marrón rojizo, con el lomo oscuro y una parte inferior clara, por lo que la cloaca más oscura habría sido muy visble.
REFERENCIA
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