Una red internacional de 126 expertas y expertos han publicado un estudio valiente en el que muestran que las medidas que se están tomando en el mundo para adaptarnos a la que se nos viene encima con el cambio climático no funcionan, y no son suficiente
El estudio ha analizado más de 48.000 artículos publicados alrededor del mundo dónde se presentan 1686 resultados de medidas de adaptación al cambio climático, y las conclusiones sacan los colores a instituciones y gobiernos. Si entendemos que el cambio climático es un problemón internacional con más dimensión aún que el coronavirus, la conclusión de este estudio es que las medidas que se están tomando para enfrentarnos a la pandemia climática no son útiles, y hay que repensarlas.
Hay algunos ejemplos muy concretos, como las propuestas de las grandes marcas de ofrecer ropa reciclada, algo que, no funciona. Respecto al transporte aéreo, que contribuye a alrededor del 3,5 por ciento de los gases de efecto invernadero que están detrás o impulsan el cambio climático, las propuestas para reducirlo son muy locales (algunos ejemplos en Austria y Francia).
El informe del equipo internacional de expertos, con participación de científicos españoles de CREAF, es demoledor. Cuando en occidente las acciones para adaptarnos a las consecuencias del cambio climático brotan sin cesar, el análisis de si sirven o no sirven da resultados negativos. El estudio se acaba de publicar en Nature Communications . Es el más exhaustivo hecho hasta el momento y desvela que las medidas que se toman son fragmentadas, locales y no transformadoras.
El equipo internacional con participación de Josep Peñuelas y Jordi Sardans, del CREAF, hace una llamada a proponer medidas más integradoras, coordinadas y capaces de reducir el riesgo que supone el cambio climático para las personas.
El CREAF tienen una larga trayectoria estudiando medidas de adaptación, sobre todo de gestión forestal adaptativa, que reducen la vulnerabilidad del bosque a la sequía y a los incendios.
Hoy participa en un simposio internacional sobre medidas de adaptación, paralelo a la COP26 para que estos resultados de la investigación se implementen por las administraciones competentes a mayor escala e impulsar firmemente la adaptación y la reducción de la vulnerabilidad.
Es una realidad, la sociedad ya está experimentando los efectos del estrés ambiental que provoca el cambio climático de una forma cada vez más frecuente y grave.
A la vez, se avanza poco en la reducción de las emisiones de carbono. ¿Qué se puede hacer en este escenario? La ciencia lo tiene claro, adaptarse o morir. Sin embargo, esta semana, una red internacional de 126 expertas y expertos han publicado un estudio en Nature Communications dónde alertan que las medidas de adaptación que se toman alrededor del mundo no están llevando a la adaptación transformadora que necesitamos para asegurar nuestro futuro, no estamos consiguiendo reducir el riesgo que conlleva el cambio climático.
Las conclusiones son claras, las medidas de adaptación, tal y como se documenta en la literatura científica, en su mayoría son fragmentadas, locales y no transformadoras, se llevan a cabo principalmente por individuos y en los hogares, en lugar de ser esfuerzos integrales, coordinados y coherentes por parte de comunidades e instituciones.
Sin embargo, la experiencia del CREAF demuestra que existen ejemplos de acciones de adaptación que funcionan según los resultados de la investigación y que deberían implementarse por las administraciones competente a mayor escala para impulsar firmemente la adaptación y la reducción de la vulnerabilidad.
El estudio analiza más de 48.000 artículos publicados alrededor del mundo dónde se presentan 1686 resultados de medidas de adaptación al cambio climático. Con ellos, el equipo ha analizado qué acciones realmente estamos tomando para adaptarnos, y si éstas están teniendo éxito o no. El estudio encuentra muy pocas pruebas de que los actuales esfuerzos de adaptación estén reduciendo realmente el riesgo. Hasta el momento, esta es la evaluación más sistemática y completa de la adaptación humana al cambio climático.
La autora principal del estudio, Lea Berrang Ford, profesora y titular de la Cátedra Priestley de Investigación sobre el Clima y la Salud del Centro Internacional Priestley para el Clima de la Universidad de Leeds, declara: «Nuestros resultados constituyen un toque de atención: hemos encontrado muy pocos indicios de que la humanidad esté preparada de forma general, rápida y a suficiente escala para, en nuestra opinión, evitar los impactos climáticos graves».
“La publicación del estudio es ahora muy oportuna, justo al inicio de la 26ª Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), que se celebrará en Glasgow (Escocia). El Acuerdo de París compromete a las partes que participan en la COP a seguir como la sociedad y los gobiernos avanzan hacia la adaptación», comenta Josep Peñuelas, profesor de investigación del CSIC en el CREAF, «pero hasta este estudio se sabía poco sobre el alcance real de las medidas adaptación.»
El estudio determina que muchas acciones de adaptación surgen motivadas por peligros concretos en cada zona del mundo: sequía, precipitaciones extremas, inundaciones, o la variabilidad de las precipitaciones, han sido los ejemplos más frecuentes. Las medidas se centran mayoritariamente en implementar nuevas formas de agricultura y de sistemas alimentarios (sobre todo en África y Asia), en la obligación de preparar la infraestructura para las inundaciones, tanto en el interior como en la costa, en aplicar nuevos códigos de construcción o en desarrollar mapas de peligros y sistemas de alerta temprana (sobre todo en Europa). En las ciudades de todo el mundo, las inundaciones y el aumento del nivel del mar son impulsoras de medidas de adaptación. Por último, el calor extremo es un factor muy común al que se toman medidas de adaptación en la mayoría de las regiones del mundo.
El estudio concluye que las respuestas se producen en múltiples niveles de organización social, desde los agricultores a los hogares urbanos, desde las empresas de agua, electricidad, transporte, hasta las instituciones internacionales. Sin embargo, la gran mayoría de las respuestas documentadas en la literatura académica se llevan a cabo a nivel local, y casi siempre en los hogares y por individuos en particular (82% de todos los artículos).
Las respuestas a nivel de hogar o individual se centran en medidas sobre la alimentación, la salud y la pobreza, sobre todo en África y Asia.
Por ejemplo, los estudios realizados en Ghana y Uganda muestran medidas para hacer frente a la sequía que incluyen desde cambios en los cultivos, hasta la migración de las personas. Otras medidas locales se centran en la educación, la agricultura urbana, depósitos de agua, o la adaptación del turismo.
El CREAF tiene una larga trayectoria en estudiar medidas de adaptación efectivas, sobre todo medidas de gestión forestal. Diana Pascual y Anabel Sánchez, reflexionan desde el CREAF sobre estos resultados: «En realidad las medidas de adaptación muy habitualmente tienen un ámbito de implementación local y, de hecho, así son más efectivas, pero es verdad que se tendrían que proponer estrategias regionales y nacionales que promovieran que se lleven a cabo acciones de adaptación a muchos más lugares, y generalizar su uso para que se puedan ver efectos a escalas más grandes”.
En este sentido, hoy 3 de noviembre se lleva a cabo el 4th World Symposium on Climate Change Adaptation organizado por la International Climate Change Information and Research Programme (ICCIRP) de la Hamburg University of Applied Sciences como un acto paralelo a la COP26 de Glasgow.
El evento se dirige a cubrir las áreas más estratégicas relacionadas con la adaptación al cambio climático y el CREAF presenta allí sus proyectos de adaptación forestal de los proyectos LIFE MEDACC y LIFE MIDMACC.
Diana Pascual, técnica del CREAF, nos detalla “Nos han invitado para presentar los resultados exitosos que tienen nuestras medidas de gestión forestal adaptativa ya que con ellas estamos reduciendo la vulnerabilidad de los bosques a los impactos de cambio climático”.
Los proyectos LIFE han probado las medidas en sus parcelas experimentales y han conseguido, por ejemplo, incrementar el contenido de agua de la vegetación (lo que reduce su inflamabilidad y, por tanto, el riesgo de incendio) de las parcelas donde se ha realizado la gestión forestal innovadora, mejorar el estado de salud del bosque (menor defoliación y decoloración en parcelas gestionadas que en control), ayudar a que el bosque revierta episodios de decaimiento o que sea más resistente a la sequía y modificar las condiciones micro climáticas de las parcelas.
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