Una mina encontrada en una cantera en Málaga, a punto de volar por los aires, esconde un tesoro geológico que puede evitar que la dinamiten
Juan Jose Durán Valsero, Instituto Geológico y Minero de España (IGME – CSIC) y Iñaki Vadillo Pérez, Universidad de Málaga
Hace algo más de un año, en la primavera de 2021, una voladura rutinaria en uno de los frentes de una cantera de caliza dejó al descubierto la entrada a una nueva cueva subterránea. La cantera alimenta una gran fábrica cementera situada en el extremo oriental del municipio de Málaga, en el sur de España.
Parecía una cueva más, de las muchas que han aparecido a lo largo de las décadas que lleva activa la cantera. Muchas de ellas son muy pequeñas, otras, de algunos centenares de metros de desarrollo. Todas con un origen común: son cuevas kársticas, generadas durante los últimos cientos de miles de años. Se formaron vinculadas a las distintas posiciones altimétricas que el nivel del cercano mar Mediterráneo ha ido ocupando en función de las importantes oscilaciones climáticas de la región durante el Pleistoceno.
Todas las cuevas existentes bajo la cantera se formaron por la disolución de la roca caliza jurásica del denominado Complejo Maláguide, en la interfase entre las aguas dulces subterráneas que intentaban alcanzar el mar desde el interior de la montaña, y el agua salada del mar, que penetraba hacia el interior.
Un equipo de investigadores del IGME-CSIC y la Universidad de Málaga, con la inestimable colaboración de un grupo de espeleólogos de la Sociedad Excursionista de Málaga, descubrimos que la nueva cueva no era una cavidad cualquiera. Tras tres meses de exploraciones e investigaciones sacamos a la luz la existencia de un conjunto de más de un centenar de estegamitas, un tipo de espeleotemas (formación característica de las cavidades o cuevas producto de depósitos minerales secundarios o lava) que hasta el momento solo se han encontrado en tres lugares del mundo, tres cuevas excepcionales, en Australia, Puerto Rico y Eslovaquia.
El conjunto abarca estegamitas en todas las etapas de su evolución, desde que nacen, vinculadas a pequeñas fracturas del suelo de la cavidad, hasta que alcanzan alturas superiores a un ser humano.
La nueva cueva estaba condenada a deshacerse en una de las partidas de cemento de la fábrica, pero hoy tiene nombre propio, la Cueva de las Estegamitas, y sabemos que es uno de los lugares de interés geológico más importantes del subsuelo español. Sin embargo, la amenaza de dinamitarla no ha desaparecido del todo.
Las estegamitas se descubrieron en el año 1991. Un espeleólogo australiano, del Western Australian Speleological Group, localizó en dos cuevas de la llanura de Nullarbor, en el sur de Australia, unas extrañas formaciones que le llamaron poderosamente la atención. Las describió así:
“Extrañas crestas que surgen del suelo de ambas cuevas; las he llamado estegamitas porque se parecen a las crestas que tenían en la espalda los estegosaurios. Alcanzan un rango de altura entre 5 cm y un metro y medio aproximadamente”.
Los australianos habían descubierto un nuevo tipo de espeleotemas, formados por la ascensión del agua capilar desde el suelo de las cavernas, a través de pequeñas fracturas que conducen el agua hacia arriba, creciendo continuamente por los bordes y formando una especie de abanico de piedra: las estegamitas.
Las estegamitas son parientes de otro tipo de espeleotemas más comunes, los discos o escudos, que también se originan por capilaridad y que se encuentran en los techos y paredes de algunas cavidades kársticas.
Desde el año 1991 hasta la actualidad solo se han publicado dos reseñas más de estegamitas en el mundo. Una de ellas en el denominado Sistema Esqueleto, en la Isla Mona, en Puerto Rico, y otras, algunas de ellas dudosas, en unas cuevas de Eslovaquia.
Muchas de las estegamitas de la cueva están activas, y esto la hace única. Pero, además, otras características incrementan notablemente su valor geológico como elemento unitario. Por ejemplo, su morfología espacial a escala tridimensional es un ejemplo magnífico de cueva de tipo margin flank cave o cueva litoral.
El grado de conservación, además de la variedad y singularidad de las microformas erosivas de sus paredes y techos, le otorgan un valor importante como ejemplo destacado de cueva hipogénica vinculada a la interfase agua dulce-agua salada.
La presencia de sedimentos detríticos en su interior, algunos presumiblemente marinos y otros claramente continentales, asegura su potencial para estudiar los cambios relativos del nivel del mar de los últimos centenares de miles de años.
Pero donde realmente llama la atención el contenido de la cueva es en la extraordinaria cantidad y variedad de los espeleotemas que cubren paredes, techos y suelos. Además de los habituales en la mayor parte de las cavidades (estalactitas, estalagmitas, columnas, coladas y suelos estalagmíticos), los espeleotemas menos frecuentes y más sorprendentes alcanzan cotas que rozan lo sublime. Por ejemplo, los discos, esos parientes lejanos de las estegamitas, existen con una abundancia inusual, alcanzando algunos de ellos un diámetro de más de un metro y medio.
Algunas excéntricas, espeleotemas de gran delicadeza de formas similares a un refinado arabesco y que crecen en todas las direcciones del espacio, son de una belleza absoluta, como ocurre con las mariposas. No se quedan atrás las cristalizaciones en forma de spar o calcita en dientes de perro que crecen en los fondos de pequeños gours que almacenan el agua que contiene en algunos rincones la cueva.
En algún caso, la galería está completamente formada por cristales de calcita hasta casi dos metros de altura, como testigo de un antiguo lago de épocas más húmedas que la actual. Y para terminar, uno de los fondos de gour contiene un verdadero ejército de concreciones verticales de unos 10-15 cm de altura, parecidas a los extraños y misteriosos fingers pool descritos en algunas cuevas.
¿Qué ocurrirá con la Cueva de las Estegamitas a partir de ahora? Las administraciones públicas competentes se encuentran evaluando estos sensacionales descubrimientos y pronto determinarán si es candidata a incorporarse al Listado Español de Lugares de Interés Geológico o si es susceptible de ser protegida bajo alguno de los instrumentos contemplados en la legislación de Espacios Naturales Protegidos.
Mientras esto se decide, los que formamos parte del equipo de investigación seguiremos trabajando con los numerosos datos obtenidos en los escasos tres meses de trabajo de campo que nos autorizaron.
Los mecanismos de formación de estos peculiares espeleotemas están ahora bajo la lupa (y bajo el microscopio electrónico, los sistemas de datación geocronológica y otras muchas técnicas analíticas de laboratorio) para poder conocerlo todo sobre estas extrañas, raras y maravillosas formaciones geológicas que recuerdan la cresta de un dinosaurio convertida en piedra.
Juan Jose Durán Valsero, Profesor de Investigación del CSIC, Instituto Geológico y Minero de España (IGME – CSIC) y Iñaki Vadillo Pérez, Profesor e Investigador del Grupo de Hidrogeología, Universidad de Málaga
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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