Desde hace siglos, hay constancia escrita y verbal de la existencia de un fenómeno conocido como mar de leche. No se había fotografiado nunca, hasta ahora
Francisco José Torcal Milla, Universidad de Zaragoza
Los satélites de observación terrestre han recogido imágenes de un mar de leche bioluminiscente al sur de Java (Indonesia), con una extensión de más de 100 000 km², y ha sido confirmado posteriormente por los marineros de una embarcación que navegaba la misma noche, el mismo mar.
¿A qué se debe este fenómeno? ¿Es tan solo el reflejo de la luna sobre la superficie del agua? ¿Qué relación tiene con la búsqueda de vida en planteas más allá del sistema solar?
En el clásico de Julio Verne 20 000 leguas de viaje submarino puede leerse:
“El Nautilus, navegando a flor de agua, se halló en medio de un mar blanquecino que se diría de leche. El extraño efecto no se debía a los rayos lunares, pues la luna apenas se había levantado aún en el horizonte. Todo el cielo, aunque iluminado por la radiación sideral, parecía negro por contraste con la blancura de las aguas. Conseil no podía dar crédito a sus ojos y me interrogó sobre las causas del singular fenómeno. Es lo que se llama un mar de leche, le respondí […]”.
Los mares de leche, mencionados también por el escritor Herman Melville en su obra Moby Dick, han sido avistados por decenas de marineros a lo largo de los siglos, pero hasta hace poco se contaba únicamente con constancia escrita y verbal de su existencia.
Un equipo liderado por el investigador Steven Miller, del Departamento de Ciencia Atmosférica de la Universidad del Estado de Colorado (Estados Unidos), ha detectado el fenómeno al analizar imágenes de satélite tomadas al sur de la isla de Java entre julio y septiembre de 2019. En algunas de las fotografías se observa lo que podría ser un mar de leche, un hallazgo más tarde confirmado por la tripulación del yate Ganesha.
El 2 de agosto de 2019, el yate Ganesha (llamado así por el dios hindú de la sabiduría y los nuevos comienzos) entró en una franja de agua brillante en la región del océano Índico (entre Lombok y las islas Cocos) mientras se movía en su curso para circunnavegar el globo.
La tripulación observó un mar de leche durante unas ocho horas, entre las 9 de la noche y las 5 de la mañana, en un área de más de 100 000 km² y dejó constancia de ello tanto en el diario de abordo como en correos electrónicos enviados a familiares y amigos.
En un reciente trabajo, Steven Miller confirma aquel fenómeno basándose en las entrevistas a los miembros de la tripulación, fotografías digitales, registros de vídeo del yate e imágenes de satélite.
Aunque no está demostrado, se cree que el mar de leche se debe a un proceso de comunicación entre millones de bacterias luminiscentes (Vibrio fischeri) presentes en el agua del océano llamado quorum sensing.
El descubrimiento de que las bacterias pueden comunicarse entre sí cambió la percepción que se tenía de su comportamiento. Lo hacen segregando determinadas moléculas señales al ambiente, el agua en este caso, algunas de ellas luminiscentes. Esto les permite coordinarse para realizar acciones en conjunto, como una población.
Existen dos procesos naturales capaces de generar luz: la bioluminiscencia y la biofluorescencia.
Existen multitud de seres vivos capaces de producir luz, como bacterias, hongos, protozoos, cnidarios, celentéreos, gusanos (anélidos y nemátodos), moluscos, cefalópodos, crustáceos, insectos, equinodermos y peces. Aunque quizá el animal bioluminiscente más conocido es la luciérnaga o gusano de luz, cada vez menos abundante en la naturaleza.
Los corales también emiten luz, pero en este caso se trata de fluorescencia, es decir, de la conversión de luz ultravioleta en luz visible por un proceso de absorción y emisión de fotones.
La fluorescencia ha sido también demostrada recientemente en casi todos los tipos de anfibios.
Muchos astrónomos se han interesado por este descubrimiento ya que podría ser una posible vía para encontrar vida, tanto bioluminiscente como biofluorescente, en otros planetas observando la luz que emiten sus señales.
La investigadora de la de la Universidad de Cornell en Ítaca (Estados Unidos) Lisa Kaltenegger exploró en uno de sus estudios la cantidad de organismos biofluorescentes que serían necesarios para poder observar su luz desde la Tierra usando la próxima generación de telescopios gigantes como el Extremely Large Telescope (cerro Armazones, Chile), que tiene previsto empezar a funcionar en 2027.
El mar de leche, un fenómeno llevado a la ficción por algunos escritores y observado por decenas de marineros a lo largo de los siglos, por fin ha sido filmado gracias a la tecnología y corroborado posteriormente. Ahora, quién sabe si será observado más allá del sistema solar y qué será capaz de descubrirnos.
Francisco José Torcal Milla, Profesor Titular del Departamento de Física Aplicada, Universidad de Zaragoza
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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