Un estudio demuestra que los peces pueden utilizar el castigo para fomentar la ayuda y la colaboración de sus crías
Aunque cada vez hay más consenso entre los humanos en que la disciplina corporal de los niños hace más mal que bien, los peces podrían no estar de acuerdo. Los investigadores de la Universidad Metropolitana de Osaka, han demostrado que una especie de pez emplea el castigo físico para obtener ayuda de sus crías, lo que indica unas avanzadas habilidades sociales y cognitivas que antes se creían exclusivas de los vertebrados superiores. Los resultados del estudio se publicaron en la revista Animal Behaviour.
Durante milenios, las sociedades humanas han utilizado el castigo para fomentar la cooperación y mantener el orden social. Pero los humanos no son la única especie que busca un mejor comportamiento cooperativo. ¿Cómo lo consiguen otros animales? En busca de una respuesta, el equipo de investigación de la Facultad de Ciencias de la Universidad Metropolitana de Osaka se fijó en un animal bastante taciturno: los peces, más concretamente, el Neolamprologus savoryi, un pez cíclido de cría cooperativa.
«Aunque se ha estudiado el castigo en peces cíclidos de cría cooperativa, hay pocas pruebas de que utilicen el castigo para fomentar el comportamiento cooperativo», afirma Satoshi Awata, profesor de la Universidad Metropolitana de Osaka y autor principal del estudio.
Los subordinados, o ayudantes, de N. savoryi asisten a los reproductores dominantes, por ejemplo, en la defensa del territorio frente a intrusos o en el mantenimiento del refugio de cría. Observando el comportamiento de N. savoryi en un laboratorio controlado, los investigadores pudieron manipular y medir los efectos del castigo en el comportamiento de ayuda.
Sus resultados mostraron que los criadores dominantes atacaban físicamente a los ayudantes ociosos -incluidas sus propias crías- para promover la participación de estos últimos en actividades cooperativas. De hecho, los que experimentaban este tipo de agresión aumentaban posteriormente sus esfuerzos en conductas de ayuda. En cambio, los ayudantes que participaban proactivamente en conductas de ayuda evitaban las agresiones de los criadores dominantes.
«Nuestro estudio demuestra que los animales no humanos también utilizan el castigo para provocar comportamientos cooperativos en los miembros del grupo», afirma Awata.
Las conclusiones del estudio ponen de relieve que el castigo no es exclusivo de las sociedades humanas, sino que también está presente en la forma en que otros animales imponen la cooperación y mantienen las relaciones sociales. Esta investigación cubre una laguna en la comprensión de la evolución del comportamiento cooperativo y los mecanismos que utilizan los animales para mantenerlo.
«Nuestros hallazgos revelan que los peces, al igual que los humanos, emplean capacidades cognitivas avanzadas para mantener sus sociedades. Esto nos obliga a reconsiderar la noción de ‘inteligencia’ no sólo en los peces, sino en todo el reino animal», afirma Awata.
REFERENCIA
Foto: Los criadores de N. savoryi castigan a sus crías por no ayudar. Universidad Metropolitana de Osaka
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