Los picos de las aves marinas, sensibles al tacto como las manos humanas

Las aves marinas, incluidos los pingüinos y los albatros, tienen regiones muy sensibles en el pico que podrían servirles para encontrar comida

Un equipo internacional de investigadores, dirigido por la Universidad de Cambridge, estudió más de 350 especies de aves modernas y descubrió que las aves marinas tienen una alta densidad de receptores sensoriales y nervios en la punta del pico, algo que ya se había identificado anteriormente en forrajeadores táctiles especializados como los patos.

Los investigadores afirman que esta región sensible al tacto podría proceder de un antepasado común y que es necesario seguir trabajando para determinar si cumple una función específica en las aves modernas. Un estudio más detallado de sus picos y su comportamiento en la recolección de alimentos podría ayudar a conservar algunas de estas aves, muchas de las cuales se encuentran en peligro de extinción. Los resultados se publican en la revista Biology Letters.

Del mismo modo que los humanos y otros primates usan las manos, las aves utilizan el pico para interactuar con el mundo que las rodea. Algunas aves tienen zonas sensibles al tacto en la punta del pico que les ayudan a encontrar comida, pero como esta capacidad no se ha estudiado a fondo, no se sabe cómo evolucionó ni hasta qué punto está extendida.

El tacto en el pico

«Muchos científicos habían supuesto que la mayoría de las aves tenían picos sensibles al tacto, pero no habíamos investigado lo suficiente como para saber si se trata de una capacidad común o si se limita a determinadas familias de aves», explica la autora principal, la Dra. Carla du Toit, del Departamento de Ciencias de la Tierra de Cambridge.

Un grupo poco estudiado es el de las aves marinas llamadas Austrodyptornithes, que incluye albatros, petreles y pingüinos. Dado que muchas de las especies de aves de este grupo están en peligro crítico de extinción, comprender cómo encuentran su alimento utilizando el pico podría ser una valiosa herramienta para ayudar a su conservación.

Du Toit y sus colegas del Reino Unido y Sudáfrica realizaron un estudio de 361 especies de aves modernas, basado en registros fósiles y esqueléticos, así como en aves muertas accidentalmente por sedales y redes de pesca. El equipo se centró en los picos de estas aves, cómo están construidos y conectados a sus nervios y vasos sanguíneos.

Los investigadores descubrieron que los albatros y los pingüinos tienen órganos con alta densidad de receptores sensoriales y altas concentraciones de nervios en sus picos, lo que es más común en forrajeadores especializados como los patos. Es la primera vez que se observa esta funcionalidad en aves marinas.

«Las aves marinas no son conocidas por su capacidad de búsqueda táctil, así que es sorprendente descubrir que tienen este órgano», explica du Toit. «Es realmente emocionante cuando consigues ser el primero en ver algo».

Estos picos sensibles al tacto podrían ayudar a las aves marinas a encontrar comida por la noche o bajo el agua, ya que podrían permitirles detectar pequeñas vibraciones de posibles presas. Algunas aves de las que ya se sabe que tienen picos sensibles al tacto los utilizan, por ejemplo, para detectar las diminutas vibraciones subterráneas de los gusanos.

Sin embargo, estas zonas sensibles también podrían ser un rasgo «sobrante» de un antepasado común que no tiene una función específica en las aves modernas, como los picos de avestruces y emúes. Serán necesarios más estudios en aves vivas para establecer la finalidad exacta de estas zonas sensibles al tacto, lo que también podría ayudar a determinar cómo evolucionó esta capacidad.

Picos sensibles como manos

«En los humanos y otros primates, nuestras manos y dedos sensibles nos permitían dominar una enorme variedad de entornos», afirma du Toit. «En cierto modo, los picos son análogos a las manos, pero es la primera vez que vemos picos sensibles al tacto en aves marinas. Es sorprendente que nadie haya estudiado esto en detalle, teniendo en cuenta que todos aprendemos sobre evolución gracias a los picos de los pinzones de Darwin en la escuela».

Los investigadores afirman que sus hallazgos podrían contribuir a la conservación de algunas de estas aves. De las 22 especies conocidas de albatros, 15 están en peligro de extinción y dos en peligro crítico. Una de las mayores amenazas para los albatros es la pesca comercial con palangre, que mata a unas 100.000 aves al año cuando se enredan en los sedales y mueren ahogadas. Según du Toit, si los científicos consiguen entender mejor cómo obtienen su alimento estas aves, se podría ayudar a protegerlas.

«Hay que trabajar mucho más, pero si los albatros y otras aves marinas son capaces de detectar las vibraciones de sus presas potenciales a través de sus picos, podría ser posible fijar algún tipo de dispositivo a los palangres que los repeliera, de modo que fuera menos probable que quedaran atrapados», explica du Toit. «Por supuesto, las mayores amenazas para aves como los albatros son el cambio climático, el aumento de la temperatura de los océanos, la contaminación por plásticos y la disminución de las poblaciones de peces. Son aves muy especiales y me interesan desde que tengo uso de razón».

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