Nuevo estudio neuroeconómico comprueba que, si no hay consecuencias, la mayoría de gente robaría a un grupo de personas, pero a su vez serían generosos con personas individuales
Un nuevo estudio internacional pone a prueba la capacidad de empatizar de los participantes cuando tienen la oportunidad de robar y compartir. Ya sabemos que el desarrollo económico de la sociedad está influido por los valores de sus ciudadanos. El resultado de este nuevo estudio podría extrapolarse hasta el comportamiento que han tenido los protagonistas de grandes escándalos financieros.
Tanto los seres humanos como los animales nos comportamos de manera distinta dependiendo del grupo con el que interactuamos. La complejidad de la mente humana ha hecho que cada vez surjan mas campos para estudiar las distintas facetas de nuestra psique. Uno de los más novedosos es la neuroeconomía, encargada de analizar el comportamiento humano en relación con el dinero.
Un nuevo experimento neuroeconómico realizado por Carlos Alós-Ferrer, Alexander Ritschel (Universidad de Zurich) y Jaume García-Segarra (Universidad Jaume I de Castelló) concluye que los humanos somos propensos a compartir con nuestros semejantes, pero a su vez, tomar dinero de grandes grupos de personas. Aunque parezca una contradicción, el funcionamiento del estudio explica este comportamiento.
Para el experimento se eligieron 640 estudiantes al azar, divididos en 20 grupos de 32 personas cada uno. Todos participaron en actividades remuneradas por las cuales recibirían un dinero al final de la prueba. En secreto 16 personas en cada grupo podían robar anónimamente hasta la mitad de lo generado por los 16 miembros restantes, aproximadamente 100 euros.
La mayoría tomaba la decisión de robar al grupo casi inmediatamente
La mitad de los “ladrones” decidieron quedarse con el máximo posible de manera casi inmediata. El 80 por ciento se quedó al menos un tercio de lo que se les permitía y los participantes que no robaron fueron una minoría. Además, la decisión de aprovecharse del grupo se tomaba casi inmediatamente, mientras que los que decidieron no robar nada tardaron en decidirse.
La siguiente parte del experimento mostraba lo contrario: cuando a los “ladrones” se les pedía repartirse un dinero ganado entre dos, en este caso 10 euros, el voluntario repartía siempre el dinero, aunque no hubiese repercusión por quedarse todo.
«Estos comportamientos aparecían de manera espontánea en todos nuestros estudiantes participantes. Sin diferencias significativas dependientes del género o el campo de estudio. Por tanto, no hay necesidad de discutir que en los ambientes que mueven grandes cantidades de dinero el comportamiento sea muy distinto”. Dice el profesor Carlos Alós-Ferrer.
Este estudio parece demostrar que todos tendemos a aprovecharnos de grandes grupos de personas, como ha ocurrido en grandes escándalos económicos y estafas financieras. Pero a su vez, buscamos un equilibrio con las personas que conocemos individualmente. La pregunta es qué hacer después. ¿Te quedarías el dinero robado a un grupo de personas o lo repartirías, como el legendario Robin Hood?
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Soy coautor de la publicación científica a la que se re refiere este excelente artículo de divulgación. Me gustaría poder contactar con el autor de esta entrada, Jesús Guadaño. Gracias