El 2020 es el año uno de la vida online. Si internet colapsa, se esfuma el trabajo, la información, los amigos, los recuerdos y posiblemente los amantes. Este año, el sexo también se ha digitalizado con éxito.
La COVID-19 ha multiplicado las ventas de juguetes eróticos y ha hecho que el sexo por vídeo chat se practique en las mejores familias. Ya pocos ligan si no es en Tinder o sucedáneos, y el succionador de clítoris se ha convertido en fondo de armario para toda una generación que disfruta de las máquinas a solas, en trío o en pareja sin pudores de otro siglo. Las máquinas para el placer de hoy ya no consuelan a nadie, no tienen ese rollito. Ahora se venden en Instagram, se conectan por Bluetooth y amplifican el juego.
La realidad virtual genera el mejor porno de todos los tiempos y la Inteligencia Artificial hace sus primeros pinitos en el territorio del placer. Los primeros androides sexuales, muñecas híperealistas con un computador en la cabeza, están programados para amarnos.
Bienvenidos a la sexualidad post-COVID-19. No hay marcha atrás (nadie la ha querido nunca).
La posibilidad del sexo con robots es algo que lleva años formando parte del cine, las series y los cortometrajes. Harrison Ford hizo el amor con una replicante en Blade Runner antes de ser Indiana Jones y abrió en nuestra ética erótica la posibilidad de que no fuera malo el amor y el sexo con un androide. Han pasado casi cuarenta años desde entonces. Tiempo de sobra para que la tecnología se haya comido el mundo y los robots hablen con ternura.
Es cierto que en series recientes como Westworld o Black Mirror, las opciones de sexo con máquinas más o menos calentitas suele terminar fatal.
Digisexdreams es un ejemplo. Se trata de un videoclip creado por el brasileño Joao Antunes Jr, que se define a sí mismo como ilustrador de ciencia ficción Ciberpunk. Participó en el ROS Film Festival,
Los robots sexuales aún son muy caros, y perduran ciertos tabúes respecto a su uso. Sin embargo, las previsiones para el futuro son que estas limitaciones desaparezcan.
“Mi nombre es Harmony, y te voy a amar siempre”
Real Doll X es el primer robot sexual con inteligencia artificial de venta a todos los públicos. Con el nombre de «Harmony» y con un precio de entre 14.000 y 18.000 dólares, las compañías Real Doll y Realbotix lanzaron la primera de estas muñecas en 2018, en 2019 la mejoraron, y en el año de la COVID-19 han sacado al mercado su versión con una cabeza robótica con IA.
La muñeca funciona mediante la aplicación Harmony, disponible, bajo suscripción anual de 29,99 dólares, para iOS y Android. Puede activarse el modo enamorada, amiga leal, o Modo X, que dice guarradas. En el modo enamorada, habla de amor como nadie, y aprende qué frases son las que te gusta oír cada día de tu vida.
El Protocolo 40058 según la empresa que la comercializa, hace que cada muñeca sea fiel a su único dueño
Harmony es una aplicación de chat bot, capaz de aprender, que acepta actualizaciones. El Protocolo 40058 según la empresa que la comercializa, hace que cada muñeca sea fiel a su único dueño. Lo único robótico hasta ahora está dentro de la cabeza. El resto del cuerpo es de silicona suave y cálida al tacto.
Como salido de un capítulo de ‘Black Mirror’, la página de webcams eróticas CamSoda se unió a la compañía de muñecas sexuales RealDoll para crear una experiencia de sexo en realidad virtual.
El cliente elige una muñeca que lleva incorporado un masturbador masculino de alta tecnología, para que pueda sentir una penetración real. Además, se coloca unas gafas de realidad virtual en las que se proyecta un vídeo en vivo con una mujer de carne y hueso, la cual, a su vez, tiene un mando que, vía Bluetooth, activa el masturbador de la muñeca.
Hasta aquí podría parecer que las RealDoll no han salido del armario del freakismo, pero no es así. Se venden como churros, incluso por Amazon en contenido para adultos, y en muchas ciudades, entre ellas Madrid y Barcelona, ya hay servicios presenciales para reservar una RealDoll.
En todos los casos el encuentro puede ser virtual, sin salir de casa, eligiendo la muñeca que te guste, su carácter, su ropa (hay un outfit de runner), y si quieres o no que converse contigo. Solo hace falta dinero y wifi.
Con tantas posibilidades, la tecnología erótica ya no es reserva de los fetichistas. De hecho, tiene el potencial de convertirse en una parte integral de nuestras interacciones íntimas, incluso más allá del sexo.
En un estudio publicado por la compañía de juguetes sexuales We-Vibe, el 28 por ciento de los 1.000 participantes a los que preguntaron sobre sus preferencias sexuales robóticas desarrollaban emociones hacia Alexa, el asistente virtual de Amazon, y en alguna ocasión les ha excitado. Aseguran que la voz femenina evitó la soledad en muchas ocasiones, y establecieron con ella una relación de intimidad. ¿Y si Alexa cobrara forma?
Dos años después de coquetear con el concepto de un asistente virtual holográfico para hombres sin pareja, la compañía japonesa Gatebox ha cumplido su promesa poniendo a la venta Boku no Yome (“Mi esposa”) por 1.360 dólares más impuestos.
El dispositivo consiste en una especie de urna de 55 centímetros de alto por 20 de ancho que, además de conectarse a la wifi de casa para controlar tu domótica, y a través del móvil del poseedor, puede hablar desde la proyección holográfica de un personaje de anime llamado Azuma Hikari.
Gatebox está equipado con varios sensores, y el personaje te hablará cuando estés en la casa o cuando encuentre tu rostro. También va grabando un diario con tus recuerdos y los suyos, claro. La relación con este holograma japo va más allá incluso de lo que se establece con el aspirador de casa. Se convierte en algo muy parecido a una relación íntima con un humano. Llámale amor si quieres.
El año 2050 puede ser la fecha en la que humanos y robots hagan el amor
El experto en inteligencia artificial David Levy, de la Universidad de Maastricht, le puso fecha al momento en que robots y humanos harán el amor y contraerán matrimonio: 2050. Así lo aseguraba hace unos años en su ensayo Amor y sexo con robots (Paidós, 2008), esbozando la sexualidad autónoma y distópica de la película Her, en la que un humano se enamora de un sistema operativo.
«Los estigmas en torno al uso de la tecnología para el sexo y las relaciones realmente han comenzado a desaparecer», explica Neil McArthur , profesor de filosofía y editor de Robot Sex: Social and Ethical Implications. McArthur anunció la llegada de los ‘digisexuales’, personas que ven la tecnología como algo esencial para su identidad sexual. Los digisexuales buscan placer sexual con robots eróticos o bien a través del uso de juguetes sexuales con IA. De momento, son una minoría freak, más o menos como los que se excitan disfrazados de oso panda. Pero los digisexuales son el extremo de una tendencia, la de incorporar la tecnología al placer.
Los ‘digisexuales’ son personas que ven la tecnología como algo esencial para su identidad sexual
Los preocupados con la que se avecina, han creado la Campaña Contra los Robots Sexuales, que exige prohibirlos. Temen que las relaciones humano-humano sean reemplazadas por máquinas, y adiós.
Tendría gracia que fuera esa la manera en la que al fin los robots acabaran con nuestra especie.
Hygiena, un corto de ROS Film Festival, hace una propuesta muy interesante y opuesta a lo que mostramos en el comienzo de este artículo, sobre un futuro posible con un androide sexual. La propuesta es un robot al que puedes cambiar todos los comandos, desde el color de su pelo, el sexo, y la actitud, para generar un compañero sexual sin límites.
¿Tendrá freno esta tendencia? Si la gente encuentra consuelo y compañía en la tecnología, difícilmente el genio podrá volver a la botella.
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