No se trata de las experiencias placenteras que el sexo proporciona, sino del papel que las relaciones sexuales juegan en la perpetuación de la especie. Así, al menos, lo ha puesto de manifiesto un grupo de investigadores del Imperial College Londontras analizar el comportamiento de un hongo, el Penicillium Marneffei, cuya reproducción es asexuada. Según los científicos, cuando una especie sólo necesita un progenitor, se ve alterada la capacidad de adaptación genética al medio.
En el caso de este hongo, habitual en el sudeste asiático, los investigadores observaron que sus esporas pueden ser esparcidas a grandes distancias gracias a la acción del viento aunque ninguna de ellas tuvo capacidad de sobrevivir en un medio desconocido. Aunque este comportamiento ya lo han descrito las teorías de la evolución, siempre está bien volverlo a comprobar.
Redacción QUO
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