Su dieta incluye más grasas animales que las que ingerimos en Occidente y su ADN no tiene ninguna alteración genética que proteja su corazón como los científicos han creído durante años. ¿A qué se debe entonces la ausencia de enfermedades cardiovasculares en la tribu africana de los masai? La clave está en las largas caminatas que realizan por la sabana de Kenia y Tanzania.
En el Instituto Karolinska de Suecia resolvió la incógnita tras investigar la dieta y los hábitos de vida de 985 hombres y mujeres de mediana edad de Tanzania: 130 masai, 371 campesiones y 484 habitantes de grandes ciudades. Los resultados entre los masai son, literalmente, los de un atleta de alta competición. El peso, ideal; la cintura, de avispa; la presión sanguínea, de un joven deportista de 20 años; y el colesterol bueno, en niveles envidiables.
Según Julia Mbalilaki, la coordinadora del estudio, los masai queman 2.500 calorías más de lo necesario, frente a las 1.500 de los campesinos y las 891 de los urbanitas. Dicho de otra forma, los europeos tendríamos que caminar una media de 20 kilómetros diarios para quemar las mismas calorías que un masai. ¿Has hecho el cálculo en tiempo?: a paso rápido, entre tres horas y media y cuatro horas de marcha.
Redacción QUO
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