La publicación The New England Journal of Medicine recoge el caso de un paciente de 36 años en California que dejó atónitos a los médicos que le atendían al expulsar por la boca un coágulo de sangre. La cosa no sería realmente excepcional si no fuese porque tenía la forma de un molde perfecto de una de las ramificaciones del llamado árbol bronquial de los pulmones.
El hombre padecía una insuficiencia cardíaca que impedía a su corazón bombear suficiente cantidad de sangre. Por ello, le dieron una medicación que favorecía esa tarea, pero que tenía el riesgo de producir coágulos. Que expectorase alguno entraba dentro de lo previsto, pero no que fuera tan peculiar como este.
Los médicos que le atendían explican que este tipo de coágulos no son tan infrecuentes con otro tipo de material orgánico. Pero que no suelen darse en el caso de la sangre, ya que esta sustancia no tiene la densidad suficiente para que se mantenga intacta la forma del coágulo.
En el caso de este paciente, la explicación está en que su sangre presenta unos niveles muy altos de fibrinógeno, una proteína soluble, la cual ayuda a que los coágulos se mantengan intactos después de haber sido expulsados.