Hasta 2003, para el chef Toni Rodríguez comer verduras era hacerse un plato de patatas con judías verdes. Quizá de vez en cuando algo de lechuga romana, pero poco más. Ese año decidió apostar por una dieta a base de verduras, legumbres y cereales. Enseguida descubrió que el mundo está lleno de productos como la coliflor, el romanescu, el seitán, el hinojo, el colinabo o la yuca. Al principio fue un poco difícil hacer el cambio, pero al darse cuenta del fascinante mundo gastronómico, tuvo interés en probarlo todo y empezó a cocinar a todas horas. Poco a poco, descubrió que con una buena materia prima y sabiendo cómo se cocina se puede hacer un superplato. Y así entró en el club de las personas felices que disfrutan comiendo verduras, un club que invita a conocer a través de su nuevo libro Vegan and family.
El siguiente desafío fue contentar a la familia y a los amigos con sus platos saludables haciéndoles ver que se estaban perdiendo una gran variedad de productos. ¿Cómo lo consiguió? “Entrar primero por lo dulce es más fácil para un goloso y, si le gusta, se atreverá a probar lo salado aunque no haya comido ni una verdura ni algo picante en su vida”, cuenta en sus páginas. Además, llevando un estilo de vida saludable, haciendo deporte, comiendo sano y caminando, no hay motivo para dejar de disfrutar de un postre de vez en cuando sin culpa alguna.
El segundo truco es experimentar hasta encontrar la combinación adecuada. Por ejemplo, la del brócoli y la oliva de Aragón es como la del tomate y la albahaca. Simplemente perfecta, lista para usar en cualquier otro plato. Su último secreto es entender que una comida espectacular que se convierta en una fiesta para los sentidos no exige muchos ingredientes ni complicadas elaboraciones, sino una buena elección de la materia prima. Investigador incansable, Rodríguez está considerado uno de los grandes pioneros de la cocina vegana en Europa y ha revolucionado el mundo de la pastelería con productos totalmente nuevos.