Según informa el New York Times, la definición actual de autismo, y en consecuencia su diagnóstico por parte de los profesionales de la salud, está siendo reevaluada por un grupo de expertos nombrados por la Asociación Americana de Psiquiatría con motivo de la 5º edición del «Manual diagnóstico y estadístico de desórdenes y trastornos mentales«, siendo esta la primera revisión compleja de dicho manual (conocido como DSM) en 17 años. Esta guía, y desde el lado escéptico, por supuesto, podría definirse como «la biblia» o el pilar de referencia para los profesionales para la evaluación de trastornos mentales, así como para su tratamiento y también la guía por la que se rigen las aseguradoras para cubrir a un paciente diagnosticado de algún tipo de autismo, su atención sanitaria.
Los cambios propuestos en la definición de autismo por el grupo de expertos de la Asociación, hacen que la mayoría de médicos y especialistas teman sus consecuencias, puesto que podrían llegar a invalidar el diagnóstico de aquellas personas que no reunieran todos los nuevos requisitos, pero que sí muestran cierto déficit de desarrollo o algún tipo de anormalidad en su comportamiento. Esto implica que el paciente, aún necesitando el tratamiento, quedaría fuera de todo tipo de ayudas estatales o protección de su aseguradora, dificultando con ello el acceso a un tratamiento eficaz.
Como la gran mayoría sabéis, el autismo no es un trastorno que tenga unos marcadores biológicos determinados, sino que precisa de la observación para determinar cierto tipo de conductas inusuales que no pueden diagnosticarse mediante pruebas genéticas o físicas habituales.
Diagnosticar autismo en la actualidad
Para diagnosticar un trastorno del espectro autista en la actualidad, los médicos y psiquiatras se guían por ciertos parámetros marcados por el DSM-IV (APA 1994), en el que es necesario que estos tres factores se den para su diagnóstico en un determinado número de ocasiones que se evalúa en la observación del paciente:
1. Trastorno cualitativo de la relación (dificultades en lenguaje no verbal, expresar emociones, espontaneidad…).
2. Trastornos cualitativos de la comunicación (retraso o ausencia del desarrollo del lenguaje oral, en mantener conversaciones, empleo estereotipado del lenguaje…).
3. Patrones de conducta, interés o actividad restrictivos, repetitivos y estereotipados (preocupación excesiva hacia una cuestión anormal por su contenido, estereotipias motoras repetitivas, adhesión a rituales específicos y no funcionales…).
Es decir, para ser diagnosticado de autismo, la persona debe mostrar un comportamiento distinto en las áreas de conducta, comunicaciones e interacción social.
La nueva definición de autismo
Según las nuevas correcciones realizadas por el equipo de la Asociación Americana de Psiquiatría en la quinta edición del DSM, las nueva definición propuesta establecería un espectro de desorden autista si el paciente presenta los siguientes cuatro parámetros:
1. Limitación en la interacción y comunicación social, en la que la comunicación es difícil o nula (no recíproca). No es posible el contacto visual o la demostración de afecto.
2. Patrones de conducta y vida repetitivos carentes de sentido que dificultan la vida de la persona.
3. Uno de los puntos más conflictivos: los síntomas deben estar presentes desde la infancia.
4. La presencia de todos los signos anteriores debe dificultar la vida cotidiana del afectado.
Posibles consecuencias de la nueva definición
Según un nuevo análisis presentado el pasado jueves en una reunión de la Asociación Médica de Islandia cuyos resultados son preliminares, el Dr. Volkmar, junto con Brian James McPartland Reichow de la Universidad de Yale y autores del análisis, afirman que estos cambios podrían resultar devastadores. Para intentar demostrarlo, Volkmar y McPartland recogieron datos de un gran estudio elaborado en 1993. Se centraron en 372 niños y adultos que se encontraban entre los casos más acusados de autismo. Tras evaluar los signos nuevos solicitados por el futuro DSM-V, encontraron que tan solo el 45% de ellos serían aptos para diagnosticarles un síndrome del espectro autista según las nuevas modificaciones de la Asociación Americana de Psiquiatría.
Es decir, alrededor de 1/4 de las personas identificadas con el autismo clásico en 1993 no serían diagnosticados como tal según los nuevos criterios propuestos. Esto implica también según Volkmar, que cerca de 3/4 partes de las personas con síndrome de Asperger quedarían fuera así como el 85% de las personas con Autismo atípico (PDD-NOS por sus siglas en inglés) .
El Dr. Volkmar, director del Centro de Estudios sobre el Niño en la Escuela de Medicina de Yale, presentó las conclusiones de su estudio el pasado jueves y avisó de que los investigadores ya están elaborando otro análisis más amplio basado en una muestra mayor y más representativa (1000 casos) y que presentarán a finales de este año, fecha en la que está también prevista la publicación del MSD-V.
Por su parte, los expertos que trabajan realizando la nueva definición de Autismo para la Asociación Americana de Psiquiatría, parecen no salir de su asombro por el revuelo formado en cuanto a estas propuestas: «No sé como están consiguiendo esos números», aseguró Catherine Lord, uno de los miembros del equipo de trabajo de la Asociación sobre el trabajo de Volkmar.
Por otro lado, las compañías médicas aseguradoras estarán obligadas a pagar por el tratamiento para el autismo a partir del día 1 de julio de 2012.
Redacción QUO
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