La Organización Mundial de la Salud (OMS) es clara en su último informe contra el tabaquismo: su verdadero enemigo es la industria del tabaco, cuya punta de lanza es el cigarrillo electrónico, con riesgos aún por descubrir. Para contrarrestarlo, ha pedido el principio de precaución.
Aunque no se pueden adelantar cifras sólidas para evaluar su daño, la OMS ha emitido un informe presentado en Río de Janeiro con una advertencia clara: son «innegablemente dañinos, aunque probablemente menos tóxicos que los cigarrillos» y deberán ser regulados. Admite, sin embargo, que este riesgo sigue siendo no cuantificable y de magnitud desconocida. “Son productos que se han convertido en una puerta de entrada del tabaco para la gente joven. Nuestra recomendación a los gobiernos es que los traten y regulen como productos de tabaco convencional”, indica el responsable de la Unidad de Control del Tabaco de la OMS Vinayak Prasad.
El documento contiene más de 200 páginas que dejan en evidencia que a la OMS le preocupan los nuevos productos electrónicos comercializados como «ayudas para dejar de fumar». Sus conclusiones son concisas: «Aunque algunos de estos productos emiten menos emisiones que los cigarrillos convencionales, no están exentos de riesgos y su impacto a largo plazo en la salud y la mortalidad aún se desconoce».
La organización hace la diferencia entre el tabaco caliente y los cigarrillos electrónicos también llamados SEAN (sistemas electrónicos de administración de nicotina). Este último consiste en inhalar vapores creados al calentar un líquido a alta temperatura y la mayoría de las veces contiene nicotina. El tabaco calentado es un producto del tabaco y, por lo tanto, dice, reemplazar el cigarrillo por este proceso no supondría un cese.