La clave de la transpiración es mantener el cuerpo frío. Es algo vital: si la temperatura interior supera los 40ºC, el cuerpo empieza a sobrecalentarse hasta el punto de desnaturalizar sus proteínas. Cuando esto sucede, «las membranas de los tejidos pierden su integridad, y las sustancias empiezan a filtrarse», dice Lawrence Spriet. Los intestinos pueden descargar bacterias en el flujo sanguíneo, y el cuerpo entra en estado de shock.
Para entonces quizá estaremos ya inconscientes, incluso en coma. Y aunque la gente muere por hipotermia, es muy improbable que se deba a una falta de sudor. Como puntualiza Lawrence Armstrong, incluso en los casos más extremos es imposible transpirar toda el agua de nuestro cuerpo. «La gente no se seca del todo hasta que se muere».
Redacción QUO
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