Su caso es en sí un suceso paranormal. David de Jorge, el presentador de Robin Hood. Atracón a mano armada (Telecinco, lunes a viernes, 14:30 horas), ha perdido 130 kg en los últimos dos años. Porque, como él dice, estaba a punto de que le diera un “jamacuco”. El peso de partida de este cocinero, que ya se ha ganado la simpatía de la audiencia nacional, era ni más ni menos que de 267 kilos.
Así que pensamos que era la persona idónea para guiarnos por los últimos descubrimientos sobre nutrición con su peculiar estilo socarrón y, de paso, ofrecernos algunas recetas en las que incluir algunos alimentos de los que la ciencia ha descubierto recientemente que tienen propiedades hasta ahora insospechadas en nuestra dieta.
Una de las señas de identidad de David de Jorge son sus guarrindongadas; es decir, esas mezclas inconfesables que todos comemos con nocturnidad y alevosía. “Hay algunas comunes a todos, como el chorizo con chocolate y las anchoas con leche condensada. Para mí son la máxima expresión de la gastronomía atómica. Combinaciones que no encuentras ni en El Bulli, solo en tu casa”, cuenta De Jorge.
Juegos adictivos como el Tetris, reducen las ganas de fumar, comer y beber
Un alimento susceptible de formar parte de estas guarrindongadas son las palomitas de maíz. Y resulta que, según un reciente estudio presentado en el congreso nacional de la American Chemical Society, contienen más polifenoles (unos antioxidantes que previenen el envejecimiento) que el que se encuentra en la fruta y en la verdura. ¿La razón?
Guarrindongadas para rejuvenecer
Mientras en la fruta y la verdura los 160 miligramos que contienen están diluidos en agua, los 300 miligramos que residen en las palomitas lo hacen concentrados. Desde luego, para que sean saludables, los expertos aconsejan tomarlas sin demasiada sal ni mantequilla.
Otro alimento de lo más solicitado por los amantes de las guarrindongadas es el chocolate, seguramente uno de los alimentos que más se come “a escondidas” por la mala fama de que goza.
Pues según una investigación reciente de la Universidad de Tel Aviv, empezar el día incluyéndolo en el desayuno contribuye a la pérdida de peso. Estos investigadores lo comprobaron en 193 individuos obesos y no diabéticos a los que sometieron a dos dietas en las que la diferencia estaba en el contenido de su desayuno. Uno, a base de carbohidratos bajos en grasa y el otro que contenía, además de carbohidratos y proteínas, dulces con chocolate. Y fueron estos últimos quienes obtuvieron los mejores resultados en la pérdida de peso. Además, según un artículo publicado en el British Medical Journal, el flavonol, un antioxidante que contiene el chocolate, reduce el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas y metabólicas.
Una dieta rica en insectos contiene una gran cantidad de grasas saludables, como omega 3 y vitamina B12, con muy pocas calorías
También se insiste últimamente en que el pan debe formar parte de una dieta equilibrada. Las últimas investigaciones aseguran que cien gramos de pan aportan 200 calorías de las 2.000 que debemos ingerir al día. Así que, si tenemos en cuenta que al menos el 50% de las calorías totales que debemos comer deben provenir de los hidratos de carbono, incluir una cantidad razonable de pan en todas sus variantes en la dieta es imprescindible para que esta sea equilibrada.
“Creo que no hay alimentos malos, sino hábitos que nos llevan a comer de manera desequilibrada. Yo mismo, ahora como menos pan, pero mejor, y lo concentro en el desayuno. Antes tragaba y trituraba como una Carterpillar pero ahora disfruto lo que como y cocino mucho más”, nos cuenta De Jorge.
Y cuando le pregunto por uno de los grandes “expedientes X” nutricionales de nuestros días, por qué los índices de obesidad siguen creciendo en España (el 62% padece sobrepeso u obesidad, según los últimos datos de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad), en un país teóricamente con dieta mediterránea, él apunta: “No soy precisamente un buen ejemplo. Yo vivo en la cuenca mediterránea y, sin embargo, he llegado a ser un obeso mórbido. Sin embargo, creo que cuanto más alimento fresco entra en una casa y más tiempo dedicamos a los fogones, más variada, rica y sana es tu alimentación”. De hecho, esa es la cruzada de este Robin Hood culinario: conseguir que todos cojamos las cacerolas y nos pongamos a cocinar. Y no va para nada desencaminado.
Beber zumo de pomelo en dietas altas en grasas reduce un 18% las calorías consumidas
José Manuel Fernández-Real, investigador del CIBERobn y jefe del servicio de Endocrinología del Hospital de Girona, asegura: “La realidad es que cada vez abandonamos más la dieta mediterránea y nos movemos menos. Y además, en época de crisis es más difícil hacer una dieta equilibrada, porque es más cara: fruta, verdura, comer pescado tres o cuatro veces por semana…, no es precisamente barato. La generación de nuestros padres no comía apenas precocinados, mientras que ahora cada vez ingerimos menos alimentos elaborados por nosotros. Estos y el consumo de bebidas con azúcares, que se ha disparado en los últimos tiempos, están poniendo en riesgo nuestra salud metabólica”.
El hielo adelgaza
También recientemente, el doctor Brian Weiner, un gastroenterólogo estadounidense, triunfaba en las listas de los libros más vendidos con su Ice Diet (La dieta del hielo). ¿Su teoría? Comer hielo quema calorías. Resulta que el propio Weiner es un amante de los helados, y cuando él mismo se puso a dieta, cayó en la cuenta de que cuando se cuentan las calorías de este fresco manjar no se contabilizan las que el cuerpo humano gasta en derretir el hielo que contiene. Así que hizo la cuenta y llegó a la conclusión de que para derretir un litro de hielo consumimos unas 160 calorías, lo mismo que gastaríamos corriendo un kilómetro y medio. Así que recomienda comer hielo (o alimentos helados) con dos propósitos: “Quemar calorías y saciar las ganas de ingerir otros alimentos que sean positivamente calóricos”, asegura el propio Weiner.
160 son las calorías que gastamos para derretir un litro de hielo, lo mismo que al correr kilómetro y medio.
Por otra parte, en un número reciente de la revista Time, un gran pegote de mantequilla ocupaba el lugar prioritario. Bajo él, el titular rezaba: “Come mantequilla. Los científicos indultan a la grasa porque estaban equivocados”. Y es que en septiembre de 2014 se publicó un estudio del Instituto Nacional de Salud estadounidense en el que se demostraba que una dieta rica en grasas reduce el peso y propicia ganar masa muscular. Además de reducir el nivel de triglicéridos y aumentar el colesterol bueno (HDL).
“Se pone toda en el mismo saco, pero necesitamos grasa para vivir. La que nos hace daño es la saturada, que no debería significar más del 10% de nuestra dieta. Otra cosa es la monoinsaturada (que está presente en el aceite de oliva) y la poliinsaturada, que es la que tenemos en los frutos secos y el pescado. Esa es beneficiosa, pues sin ella no podríamos, por ejemplo, renovar muchos de los tejidos de nuestro organismo”, explica Fernández Real.
Microbios en tu intestino
Por último, el gran misterio por resolver de los especialistas en nutrición en el mundo es el microbioma; es decir, el kilo de bacterias que viven en nuestro sistema digestivo.
“Definitivamente, la dieta que hacemos modifica nuestro microbioma y de su composición depende, por ejemplo, que seamos más o menos eficientes en el consumo de energía. Así que en dos individuos con la misma dieta, uno cuyo microbioma está modificado para obtener el máximo de energía de la dieta y otro que no, el segundo engordará más. Las últimas investigaciones han comprobado que los individuos metabólicamente delgados tienen un microbioma muy rico y variado, lo que les protege de cualquier enfermedad. Sin embargo los obesos lo tienen muy pobre ”, termina Fernández-Real.
Así que de nuevo volvemos a la necesidad, repetida hasta la saciedad por los expertos, de tener una dieta equilibrada. El propio David de Jorge me confiesa, socarrón: “Me hace gracia cuando leo ahora que lo último de la vanguardia gastronómica, lo moderno, es volver a las lentejas y las sopas de ajo de toda la vida. Y es que ahora que estamos caninos estamos volviendo a cocinar con dos sartenes y un horno. El mortero vuelve a estar de moda”. Quizá eso explique por qué la cocina “sin gilipolleces” que defiende De Jorge, y él mismo, también estén de moda.
Redacción QUO