La revista especializada JAMA Pedriatics se hace eco del caso de un niño de doce años que fue ingresado en un hospital de Toronto después de sufrir una pérdida progresiva de la visión durante ocho meses. Los médicos comprobaron que, entre los numerosos síntomas que padecía se encontraban las llamadas manchas de Bitot, que aparecen en la parte blanca del glóbulo ocular.
[image id=»92510″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]Dichas manchas son una clara evidencia de que el paciente sufre un déficit de vitamina A. Y, efectivamente, los niños comprobaron que el niño se alimentaba exclusivamente con una extraña dieta a base de carne de cordero, cereales y patatas. Tres alimentos que no se encuentran precisamente entre las fuentes de vitamina A.
Para apreciar todo el espectro luminoso es necesario que el ojo fabrique una serie de pigmentos. Pero la falta de vitamina A impide ese proceso además de que provoca una sequedad pregresiva del globo ocular.
Inicialmente, las personas que sufren ceguera causada por falta de esta vitamina, son capaces de ver a la luz el día, pero no pueden hacerlo bien por la noche. Conforme el problema se agrava, la pérdida de visión se va haciendo cada vez más general, la conjuntiva del ojo se seca y aparecen úlceras. Si el problema no se ataja puede acabar provocando una ceguera total.
Se estima que anualmente medio millón de niños quedan ciegos por esta causa en todo el mundo. Afortunadamente, en el caso del niño canadiense de la noticia, el mal pudo ser revertido a base de un tratamiento rico en vitamina A.
Vicente Fernández López
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