La siembra vaginal es una práctica cada vez más extendida en los partos por cesárea. Consiste en consiste en tomar una muestra de los fluidos vaginales de la madre y aplicarla sobre la piel, boca y ojos del bebé, tras su nacimiento por cesárea. La intención es que el recién nacido entre en contacto con algunas bacterias del microbioma de la madre que están presentes en el canal del parto, para así reforzar su sistema inmunitario.
El origen de esta práctica que nació en Australia y que se está extendiendo rápidamente por el mundo anglosajón y por los países asiáticos (en España parece que todavía no es muy habitual), se encuentra en varios estudios que revelaron que los niños nacidos por cesárea eran más propensos a padecer asma y otras enfermedades relacionadas con el sistema autoinmune.
Pero esta práctica podría no ser tan beneficiosa como se creía para la salud del bebé. Un nuevo informe realizado por especialistas del the American College of Obstetricians and Gynecologists, afirma que no solo no hay evidencias de que la práctica de la siembra vaginal sea beneficiosa para el neonato, sino que además incrementa el riesgo de contagiarlo con bacterias como los estreptococos del grupo B, o las que causan la gonorrea y el herpes.
Los autores del informe aseguran, además, que el método más efectivo y seguro de exponer al bebé al microbioma vaginal maternal, es darle el pecho al recién nacido durante al menos seis meses.
Vicente Fernández López
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