A este hombre indonesio llamado Abul Bajandar la vida le cambió de forma brutal a los quince años de edad. Fue entonces cuando en sus manos y pies empezaron a aparecer unos cuerpos rugosos similares a verrugas, que fueron creciendo de forma desproporcionada. A causa de esa anormalidad, sus manos parecían ramas y sus piés raíces, por lo que le apodaron el hombre árbol.
Bajandar era víctima de una rara enfermedad de origen genético llamada Epidermodisplasia verruciforme. Haces dos años, un equipo médico decidió someterle a un tratamiento innovador que combinaba fármacos con cirugía. Fueron necesarias dieciséis operaciones para extirparle esas verrugas que, en total, pesaban cinco kilos.
Por primera vez en diez años, el paciente pudo volver a comer por sí mismo y realizar otras muchas tareas cotidianas que le estaban vedadas. Pero, desgraciadamente, las verrugas han vuelto a crecer. Y los médicos piensan ahora que su caso puede no tener cura.
La Epidermodisplasia verruciforme está producida por una alteración genética que provoca en el paciente una sensibilidad extrema al virus del papiloma humano. Y, al infectarse con este microorganismo, aparecen en su cuerpo escamas, verrugas y tumores. Pero el de Abul bajandar es uno de los cuatros casos más extremos que se han observado en la historia, y uno de los pocos en los que esas terribles verrugas solo se acumulan en manos y piernas, en lugar de dispersarse por el resto del cuerpo.
Vicente Fernández López
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