La publicación The Journal of Emergency Medicine recoge el caso de un paciente que ingresó en un hospital de San Antonio, Texas, avisando de que en su pierna había algo que podía explotar. Y hasta cierto punto tenía razón. Las pruebas con rayos X revelaron que un fragmento de un dispositivo pirotécnico (concretamente un petardo de gran tamaño) había penetrado en una de sus extremidades inferiores, y se había incrustado en su fémur.
Los médicos pidieron consejo al departamento de bomberos, para saber si algo así era susceptible de estallar. Y la respuesta fue que dicha posibilidad existía, aunque fuera remota, por lo que recomendaron inyectar agua en la herida para intentar neutralizar el petardo antes de extraerlo.
El proyectil formaba parte de una traca y había salido disparado (aunque sin estallar) por la explosión de otros petardos cercanos, incrustándose en la pierna del hombre. Este tipo de incidencias son muy infrecuentes en la vida cotidiana, pero se si son algo más habituales en ambientes militares, tanto entre soldados que están en el campo de batalla como entre los que realizan maniobras.
Vicente Fernández López
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