Entre 2014 y 2016, el mundo sufrió una de las epidemias más fuertes de Ébola que se recuerdan. Por aquel entonces, el virus se cobró la vida de alrededor de 11.300 personas de 6 países, la mayor parte de Guinea, Liberia y Sierra Leona. Pero entre tanto mal, surgió una luz que ha guiado al equipo de Microbiología del Instituto de Investigación del Hospital 12 de Octubre de Madrid, liderado por el doctor Rafael Delgado.
Tres de las personas que lograron sobrevivira esta última epidemia cuyo origen se encontraba en África Occidental, y que fueron tratados en España, habrían mostrado un comportamiento contra el virus muy diferente al resto, generando un extraño anticuerpo al que se han referido como “unicornio” por las propiedades tan sobrenaturales que poseeal enfrentarse al agente infeccioso, acabando con él. De hecho, se creía imposible que pudieran existir (de ahí su nombre).
Y es que estos anticuerpos ya habían sido identificados en clones creados en laboratorio, pero esta era la primera vez que conseguían detectarse en muestras reales de personas que habían superado esta enfermedad. Aunque eso sí, en proporciones muy bajas, por ello se consideran casi como mágicos. Estos anticuerpos son capaces de detectar y atacar las zonas más vulnerables del virus del Ébola (áreas de muy difícil acceso), de manera que sería capaz de neutralizarlo antes de que siguiera infectando más células del cuerpo. Como las zonas atacadas por estos “unicornios” son habituales en las 5 variedades que tiene el virus, los resultados de esta investigación podrían ayudar a la creación de una vacuna universal para todas ellas, sin importa el tipo de cepa.
Gracias a este descubrimiento, ahora quieren extrapolar estos resultados a otras enfermedades y buscar este tipo de anticuerpos en personas infectadas, por ejemplo, con VIH. Los resultados han sido presentados hoy a la prensa, pero también están publicados en la revista “The Journal of Infectious Diseases”.
Este virus es de fácil propagación por contacto con la sangre o con fluidos corporales de animales o personas infectadas. Quienes lo contraen presentan fiebre, dolor de garganta, dolores musculares, náuseas, vómitos, diarrea y, en los puntos más graves, fallo hepático y renal, causando en pocos días la muerte de entre el 80 y el 90% de los pacientes.
Alberto Pascual García
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