Un estudio británico revela que las adolescentes y los jóvenes desfavorecidos económicamente tienen mayor riesgo de síntomas persistentes

La investigación liderada por la University College London muestra que la mayoría de los adolescentes con Covid persistente logran recuperarse en un plazo de dos años, aunque un 30% sigue luchando con los síntomas.

El Covid persistente, conocido también como «long Covid», se refiere a la aparición continua de síntomas meses después de superar la infección inicial por SARS-CoV-2. Entre los síntomas más frecuentes se encuentran el cansancio, la dificultad para dormir, problemas respiratorios y dolor de cabeza, que pueden interferir significativamente en la calidad de vida. Este estudio, publicado en Nature Communications Medicine, arroja luz sobre cómo esta condición afecta a niños y jóvenes a largo plazo.

La investigación, llevada a cabo entre septiembre de 2020 y marzo de 2021, incluyó a más de 12,600 adolescentes de entre 11 y 17 años que se sometieron a pruebas PCR. De ellos, 943 jóvenes que dieron positivo participaron en evaluaciones periódicas a los 3, 6, 12 y 24 meses tras su diagnóstico. Según los resultados, 233 jóvenes cumplían con la definición de Covid persistente tres meses después de su prueba positiva. Este grupo mostró una reducción progresiva de los síntomas: a los seis meses eran 135 los afectados, y a los 12 meses el número se redujo a 94. Dos años después, solo 68 jóvenes seguían reportando síntomas persistentes, lo que representa el 7,2% del total.

El análisis destacó que el 70% de los adolescentes con síntomas persistentes al inicio se recuperaron en dos años. Sin embargo, un 30% continuó experimentando problemas a largo plazo. Entre los factores asociados con la recuperación más lenta se encontró que las chicas eran casi dos veces más propensas que los chicos a mantener síntomas a los dos años. Además, los adolescentes mayores y los jóvenes provenientes de áreas económicamente desfavorecidas presentaban tasas de recuperación más bajas.

Los investigadores reconocen que algunos síntomas podrían estar influenciados por factores no relacionados directamente con el Covid, como el síndrome premenstrual en las adolescentes, aunque el estudio no incluyó una evaluación específica de la menstruación.

A pesar de los resultados alentadores para la mayoría, el estudio tiene ciertas limitaciones. Los datos se basaron en autoinformes, lo que puede haber introducido sesgos de memoria, especialmente en los síntomas iniciales. Además, la investigación se centró en infecciones ocurridas antes del predominio de las variantes Delta y Ómicron, lo que limita su aplicabilidad a las infecciones más recientes. Tampoco se realizaron evaluaciones médicas presenciales para confirmar síntomas como la dificultad respiratoria, lo que habría enriquecido los hallazgos.

El líder del estudio, el Profesor Sir Terence Stephenson, destacó que aunque la mayoría de los adolescentes se recuperan, todavía es crucial entender por qué algunos no logran superar los síntomas. Los datos recopilados por el equipo están ahora disponibles públicamente para otros investigadores, con el objetivo de ampliar el conocimiento sobre las causas, los síntomas y el tratamiento del Covid persistente.

El estudio CLoCK, financiado por el Instituto Nacional de Investigación en Salud y Cuidado del Reino Unido, resalta la importancia de una colaboración más amplia entre médicos, epidemiólogos, estadísticos y personas con experiencia directa para mejorar la respuesta ante futuras pandemias. Si bien la mayoría de los jóvenes afectados logra superar la enfermedad, este estudio deja claro que el Covid persistente sigue siendo un desafío médico y social que requiere atención continua.

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