Desde que comienza, hasta el momento del implante, todo cuenta. Cuentan los rigurosos controles de calidad del tejido y el resultado de las pruebas microbiológicas que se repiten durante todo el proceso, pero cuenta también cualquier pormenor ambiental tanto por parte de la sala como de los propios operarios.
Es importantísimo que el trabajo se realice en la más absoluta asepsia. Si la piel no cumple el estándar de calidad, se rechaza. Cada pequeña pieza de piel se trata antes de guardarla. Cuando las medidas y características biológicas son idóneas, pasa a un exquisito proceso de congelación que puede durar hasta 10 años. Los métodos de preservación más empleados son la glicerolización, la criopreservación y la liofilización. El Banco de Tejidos del Hospital de Getafe dispone en estos momentos de unos 20.000 cm2 de piel de cadáver.
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