Un ligero murmullo se desata cuando entramos con Belén Rueda en la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Al fondo del vestíbulo, un ascensor ejerce su trabajo subiéndonos a la sexta planta de este edificio construido en los años sesenta para formar a profesores de Educación Física. El doctor Pedro J. Benito, profesor de Fisiología del Ejercicio en el Departamento de Salud y Rendimiento Humano, aguarda junto a su equipo en un centro de evaluación en el que no faltan medidores de pliegues grasos, balanzas, cintas de correr ni bicicletas. Vamos a someter a la actriz a las pruebas que se realizan a los deportistas de élite para valorar su rendimiento, cualidades y aptitudes físicas.
“No hay un cuerpo que sea sobresaliente al cien por cien”, explica Pedro J. Benito. “Debería tener la fuerza de un halterófilo, la resistencia de un maratoniano y la agilidad de un gimnasta, todo en su grado máximo; algo que no es posible, porque unas cualidades inhiben el desarrollo de otras. Los culturistas, por ejemplo, no pueden correr mucho, y los maratonianos tienen poca fuerza”, añade.
¿Quiénes son los que más se acercan a la perfección? Los bomberos y cuerpos de seguridad del Estado, según Benito. No son los primeros en casi nada –siempre habrá un especialista en cada disciplina que les superará– pero sí son buenos en todo. Tanto, que desde 1985 se celebran los Word Police & Fire Games, unos juegos mundiales en los que bomberos y policías compiten entre sí por obtener la victoria en 68 deportes diferentes, 24 de ellos olímpicos. Un lujo de espectáculo para el público femenino.
El objetivo es tener los porcentajes adecuados de grasa, músculo, resistencia ósea… y también fuerza. Sin ella no serían posiblen la velocidad ni la flexibilidad, los miembros no se relajarían y los músculos no se elongarían. En el siglo XI, los monarcas ya favorecían su desarrollo con una serie de pruebas físicas que más tarde se convertirían en los Juegos de Montaña escoceses. El premio para el ganador, un trabajo al servicio del rey Malcom III de Escocia como mensajero de la Corte.
Hoy son célebres competiciones como las Strongman Super Series, en las que cada año se elige al hombre más fuerte del mundo, por no hablar de los concursos de levantamiento de piedra vascos y otros similares.
Pero las cualidades de estos superhéroes no son eternas. En la madurez se experimenta una pérdida ósea de alrededor de un 0,35% en los hombres y un 3-5% en las mujeres. Entre los 20 y los 80 años, llega al 20% del total disponible en los varones y al 40% en las mujeres. Algo similar ocurre con la masa muscular. Después de los 30 años, desciende a un ritmo de un 6 por ciento anual, al igual que la altura se reduce un centímetro cada década a partir de los 40.
En los músculos es donde se almacena la mayor parte de la energía que necesitamos; este alimento imprescindible es casi todo procedente de grasas e hidratos de carbono. El perder masa muscular, por consecuencia, influye de forma transcendental en nuestra calidad de vida. Hay quien tiende a incrementar la ingesta calórica, pero sin aumentar el ejercicio… Una estrategia que resulta tan inútil como contraproducente.
Basta pensar en una pata de jamón de Jabugo y en otro jamón ordinario para visualizar el proceso. El serrano vulgar tiene grasa periférica, pero apenas posee ningún contenido interno por la falta de movimiento. “Los cerdos están tan quietos que la grasa subcutánea aumenta el peso del animal, pero no se introduce dentro del músculo”, aclara Pedro J. Benito. “Sacar un triglicérido de un tejido adiposo que está inactivo es muy difícil. En un pata negra pasa lo contrario”, apunta. El jabugo tiene la grasa entreverada en la carne porque hace ejercicio. Podría decirse que un deportista es igual. Un maratoniano es como un jamón ibérico: ha incorporado dentro de su fibra muscular el tejido graso, de forma que lo tiene mucho más disponible cuando se produce una demanda energética.
Pero, ¿es este el ideal del cuerpo perfecto? ¿Basta con tener una composición corporal adecuada para ser idolatrado? Un estudio llevado a cabo por la publicación Archives of Sexual Behavior sostiene que para las mujeres la parte más atractiva en el físico de un hombre es el ancho de la espalda. La proporción ideal es que los hombros midan 1,6 veces el contorno de la cintura. De caderas para abajo, ni se fijan. Es decir, nada que ver con la proporción áurea que propugnaban los cánones clásicos. Y a la hora de desarrollar una parte del cuerpo u otra, los hombres priorizan los brazos, según un estudio de la Universidad Autónoma de México.
La percepción de los varones respecto al ideal femenino cambia en función del estado anímico en el que se encuentren. Cuando están sometidos a situaciones de estrés, prefieren un mayor Índice de Masa Corporal femenino que cuando no lo están, según una investigación llevada a cabo por Martin Tovee y Viren Swami, de la Universidad de Newscastle, en Reino Unido. O sea, si son gorditas, mejor
Poco tendría que hacer Belén Rueda ante un público así. Con una altura de 168,4 cm y un peso de 56,3 kg, tiene un IMC de 19,9 y su Índice Ponderal es de 11,8. Un perfil que le permitió practicar la danza cuando era adolescente y que ahora la sitúa a caballo entre un somatotipo endomorfo y ectomorfo, entre el voleibol y la natación, según los datos elaborados por el Laboratorio de Fisiología del Esfuerzo de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Todo un tipazo… por dentro y por fuera.
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