SALUD

Marina Díaz Marsá: «Este nuevo descubrimiento ayudará a las personas con bulimia y a sus familias a no sentirse culpables por padecer esta enfermedad»

La bulimia y otros trastornos de la conducta alimentaria podrían estar relacionados con un menor volumen del núcleo estriado del cerebro, una causa biológica antes desconocida

Una nueva investigación española indica que la bulimia y otros trastornos de la conducta alimentaria (TCA) podrían estar relacionados con una anomalía en el núcleo estriado del cerebro.

En la parte dorsal del núcleo estriado se regulan principalmente los procesos cognitivos que implican a la función motora, ciertas funciones ejecutivas (el control inhibitorio y la impulsividad) y el aprendizaje por medio de estímulos.

La Dra. Marina Díaz Marsá, psiquiatra, jefa de la Unidad de TCA del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y directora de este estudio que, afirma que este conocimiento «ayudará a mejorar la terapia y la medicación de las personas con bulimia y otros TCA».

En el estudio participaron 24 mujeres, ocho de las cuales padecían anorexia nerviosa, nueve padecían bulimia nerviosa y siete estaban diagnosticadas con trastorno límite de la personalidad. El grupo de control lo formaban 19 personas sanas. A todas se les hizo una resonancia magnética cerebral y se descubrió que las pacientes con bulimia y aquellas con otros TCA con conductas impulsivas que implican atracones y  purgas tenían un menor volumen en el núcleo estriado del cerebro.

¿Cómo cree que ayudará este descubrimiento al tratamiento de las personas que padecen bulimia y otros TCA?

Permitirá actuar de forma más específica al prescribir la medicación y la terapia más adecuada. En este sentido, las terapias que podrían ser más adecuadas son aquellas que mejoran la impulsividad, como la rehabilitación neuropsicológica o la terapia dialéctico conductual así como terapias que ayudan a regular las emociones. Desde el punto de vista farmacológico, los fármacos con acción antimpulsiva también serían una buena opción para estos pacientes.

Junto con la bulimia, ¿qué otros TCA estarían relacionados con esta anomalía en el cerebro?

Todos aquellos Trastornos de la Conducta Alimentaria que presentan conductas impulsivas, atracones y conductas de purga.

¿Con qué otras patologías puede estar relacionado un menor volumen del núcleo estriado?

Con algunas patologías de la personalidad que presentan impulsividad y falta de motivación. En concreto, el trastorno límite de la personalidad, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad o algunos trastornos de conducta.

Con este descubrimiento ¿Se podría llegar a prevenir un TCA como la bulimia antes de que se manifestase?

Es difícil contestar a eso ya que los trastornos de la conducta alimentaria tienen una causa multifactorial. Influyen también los acontecimientos vitales vividos, la personalidad y algunos factores familiares o sociales. Lo que si se podría decir es que son personas con mayor riesgo.

La emperatriz Isabel de Babiera, «Sissi», pudo padecer de un TCA

Como se indica en el estudio, si naces con esta deficiencia en el núcleo estriado del cerebro y, además, has vivido alguna experiencia traumática temprana, es más posible que manifiestes bulimia u otro TCA, pero entonces ¿los cánones de belleza tienen un papel importante en el surgimiento y desarrollo de esta enfermedad?

El hecho de padecer un trauma y tener alteraciones biológicas te hace más sensible y vulnerable a la presión externa como la que pueden ejercer los cánones de belleza. El malestar derivado de la condición biológica y del hecho traumático puede intentar compensarse mediante el esfuerzo en tener un cuerpo perfecto, pues tienen la creencia de que la perfección corporal las ayudará a sentirse mejor y, además, actúa como forma de desplazar la angustia sobre aquello que verdaderamente les hace sufrir.

Algunas figuras históricas como «Sissi emperatriz» en las que se pueden identificar trastornos de la conducta alimentaria

¿Existían estos TCA como la bulimia o la anorexia cuando los cánones de belleza eran distintos a los actuales?

Los TCA esconden inseguridad, trauma, dificultades en las relaciones interpersonales, desregulación emocional, perfeccionismo , impulsividad, baja autoestima , miedo y otras muchas cosas que siempre han existido. Pero, actualmente , la creencia de que la perfección corporal puede ser igual a éxito y aceptación hace que las pacientes canalizan sus temores e inseguridad con el control del cuerpo. No obstante, existen algunas figuras históricas como la mítica «Sissi emperatriz» en las que ya se pueden identificar rasgos compatibles con un TCA.

Existe la creencia de que las mujeres sufren más estos trastornos de la conducta alimenticia que los hombres, ¿es cierto? ¿por qué?

Sí. De cada diez casos, nueve serían mujeres y uno hombre. La biología de la mujer es diferente a la del hombre, tanto desde el punto de vista hormonal como también en la neurotransmisión del Sistema Nervioso Central. Eso, junto con la mayor presión social que tienen las mujeres por alcanzar la perfección corporal, puede explicar estas cifras. Por otra parte, algunas de estas enfermedades se relacionan con el hecho de haber tenido abusos y esto es también más prevalente en las mujeres.

¿Es posible curar un TCA o se aprende a gestionarlo y a vivir con él?

¡Por supuesto! Hay que enseñarlas a que se nutran bien, a que gestionen sus emociones y sus miedos sin recurrir a la comida, y hacerlas comprender su valía personal independientemente del cuerpo que tengan. Lo que sí hay que entender es que esto es un proceso a largo plazo que requiere confianza y paciencia.

¿Cómo se trataban los TCA hace 20 o 30 años? ¿Cómo se ha avanzado en su tratamiento?

Hace 30 años no se diagnosticaban apenas trastornos de la conducta alimentaria. En los inicios, se enfocaba más en la recuperación y la estabilización del peso que en los aspectos emocionales, familiares y de personalidad, que ahora sabemos que son nucleares en estas patologías.

REFERENCIAS

Volúmenes estriatales como biomarcadores potenciales en los trastornos de la conducta alimentaria: estudio piloto

 

Tess H. Santacreu

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