Un nuevo estudio corrobora los efectos positivos del flúor en la salud dental, y descarta los posibles efectos neurotóxicos para el cerebro
¿Conviene añadir flúor al agua corriente para consumo humano? Al inicio del siglo XX la respuesta a esta pregunta parecía sencilla. En la década de 1940 los investigadores en EEUU observaron que los habitantes de las zonas donde el agua del grifo tenía una mayor concentración de flúor mostraban una menor incidencia de caries y una mejor salud dental.
En 1945 se decidió añadir por primera flúor de manera artificial en el agua de una localidad de Michigan. Estudios posteriores mostraron sus efectos beneficiosos y una menor tasa de caries en los niños. La fluoración del agua se extendió por todo el mundo y se considera uno de los grandes logros sanitarios del siglo XX como corrobora la OMS en un informe de 2016.
Estudios realizados en las últimas décadas han cuestionado los beneficios de la fluoración del agua. Algunos señalan que la disminución de la tasa de caries no estuvo relacionada con el agua, pues en aquellos países donde no trataron el agua con flúor sus habitantes también experimentaron una mejora de la salud dental. La explicación es que al mismo tiempo aumentó el consumo de pastas dentales con flúor y otros productos sanitarios como los colutorios.
Por otra parte, algunas revisiones plantean la posible toxicidad del flúor. Los autores indican que altos niveles de flúor pueden ser dañinos y su ingesta debe de reconsiderarse. La concentración de flúor en el agua muy es baja, de 1 parte por millón. Sin embargo, es difícil controlar la dosis y es posible superar la ingesta diaria recomendada, ya que en dosis elevadas resulta tóxico.
Uno de los primeros signos de esta toxicidad es la fluorosis dental con la que aparecen manchas marrones en los dientes. El consumo excesivo de flúor se ha relacionado con otros efectos adversos como el deterioro cognitivo, hipotiroidismo, fluorosis esquelética y cáncer. Incluso señalan que su aplicación puede ser tópica (pasta de dientes, colutorios) y que no necesita ser ingerido para ejercer su actividad protectora de la dentadura. Es decir, no es necesario que pase al torrente sanguíneo y alcance a otros órganos.
La fluoración del agua también ha suscitado la aparición de algunas teorías de la conspiración. Una de ellas afirma que a través de la fluoración del agua los gobiernos tratan de controlar a la población. Algunos estudios han establecido una relación entre la exposición a altas concentraciones de fluor y la posibilidad de calificación de la glándula pineal en el cerebro.
Las teorías de la conspiración conjeturan que el daño en la glándula pineal impide se desarrolle el «tercer ojo» y nuestros poderes mentales. La paranoia resultante ha hecho que incluso se vendan filtros para eliminar el flúor del agua y pastas de dientes sin flúor.
A pesar de la controversia, un artículo publicado por la Universidad de Chicago este año ha vuelto a comprobar la seguridad de la fluorización del agua. Es cierto que en los experimentos anteriores con ratas las altas dosis de flúor tienen un efecto neurotóxico. Esto se debe a que el flúor es capaz de atravesar la barrera hematoencefálica que separa el cerebro del torrente sanguíneo y acumularse en el tejido cerebral.
En cambio, el estudio muestra como los niveles naturales de flúor o una fluoración del agua dentro de los márgenes de seguridad tiene efectos positivos. Diversas investigaciones constatan el efecto beneficioso sobre la salud dental y la reducción de la caries. Pero también indican que el consumo de flúor no produce ningún efecto negativo sobre la capacidad cognitiva.
Para demostrarlo los investigadores llevaron a cabo un estudio en Suecia, donde hay abundantes datos de la salud dental de miles de personas a lo largo de décadas, y comprobaron una vez más que el flúor protegía a las personas de la caries. Pero ¿cómo medir la capacidad cognitiva de los habitantes expuestos al agua con flúor?
Los investigadores utilizaron un método indirecto. Analizaron los ingresos de cada sector de la población, pues se ha establecido que hay una relación entre tener unos ingresos elevados y mayores capacidades cognitivas. Si el flúor afectara al cerebro, esto debería verse reflejado a lo largo de los años en unos ingresos menores en la población expuesta al flúor.
En el estudio se compararon zonas con distintas concentraciones de flúor en el agua corriente, aunque todas ellas estaban dentro de los límites de seguridad. Tras la investigación se constató que no existía prácticamente diferencia en los ingresos y por tanto las capacidades cognitivas entre aquellas comunidades cuyos habitantes habían sido expuestos cantidades mayores de flúor, y que incluso había una ligera mejoría.
The Effects of Fluoride in Drinking Water
Is Fluoridated Drinking Water Safe?
Fluoride Exposure in Early Life as the Possible Root Cause of Disease In Later Life
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