En teoría los animales sí que pueden sufrir ataques al corazón, sin embargo en la práctica es algo que raramente ocurre
Los humanos tenemos el dudoso honor de ser los animales que más infartos sufrimos, de hecho, esta afección es bastante rara en el resto del reino animal.
Los infartos o ataques al corazón se producen cuando se obstruye uno de los vasos sanguíneos encargados de la distribución de sangre oxigenada al corazón. Esto provoca que el tejido muscular irrigado por ese vaso muera por falta de oxígeno. El área de tejido necrosado será incapaz de contraerse y enviar el impulso eléctrico al resto del corazón, lo que puede conducir a la parada total y a la muerte de la persona.
Los corazones de la mayoría de los vertebrados son muy similares a los nuestros, por tanto podríamos esperar que ellos también sufrieran infartos. Sin embargo, los ataques al corazón ocurren raramente en los animales, incluso en los chimpancés en cautividad que están estrechamente emparentados con los humanos y comparten factores de riesgo como la inactividad y altos niveles de colesterol.
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Si los animales casi no tienen ataques cardiacos, ¿por qué nosotros sí? Podríamos pensar que este problema de salud esta relacionado con nuestro comportamiento y una mala alimentación y, en la mayor parte de los casos, acertaríamos. Estos factores aumentan el riesgo de aterosclerosis y otras enfermedades cardiacas que pueden desencadenar un infarto. Pero el 15% de los infartos se producen en personas sin factores de riesgo, por lo que parece existir «algo» que hace a los humanos más propensos a sufrir infartos.
Este «algo» podría ser una mutación en el ADN que aparece exclusivamente en humanos. Dicha mutación impediría a nuestro cuerpo fabricar una molécula llamada Neu5Gc, un tipo de azúcar. La inactivación del gen encargado de fabricarla parece estar implicada en un aumento del colesterol y el desarrollo de ateroesclerosis.
El 15% de los infartos se producen en personas sin factores de riesgo, un gen parece ser el responsable
Un equipo de científicos del Instituto de Tecnología de Georgia, en EE UU, ha estudiado por qué la mayoría de los animales no sufren infartos, fijándose en el caso de los caimanes. No es habitual realizar autopsias a los animales, por lo que los datos hasta el momento son limitados. Además la estructura del corazón de algunos animales es diferente a la nuestra.
En el caso de los mamíferos y las aves, un vaso sanguíneo lleva sangre oxigenada al corazón, por lo que si se deteriora, se produce un infarto. Pero el corazón de otros vertebrados no tiene esta misma estructura, lo que les hace resistentes a los infartos, por ejemplo, el caimán. En estos animales el suministro de oxígeno se realiza a través de una serie de capilares y un tejido cardiaco esponjoso. Esto hace que la sangre se pueda desplazar a través de las paredes corazón y llegue a todas las células.
El tejido esponjoso en el corazón de los caimanes les ofrece una protección y una reserva de oxígeno extra en caso de que ocurra algún accidente cardiovascular. El experimento consistía en provocar una obstrucción de la arteria coronaria de un caimán y se comprobó que su corazón seguía funcionando a pesar del daño. Incluso tras realizar la autopsia, se comprobó que el tejido del corazón no presentaba signos de muerte celular.
REFERENCIA
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