¿Te gustaría leer más rápido? Esta es una solución que ayuda a las personas con dislexia, pero también sirve para el resto de lectores
¿Te cuesta leer un texto correctamente y donde pone “casa” ves “caso”? Podría ser que tuvieras dislexia. La dislexia es un trastorno del aprendizaje de la lectoescritura donde el cerebro tiende a confundir el orden de los números y las letras. Afecta a 700 millones de personas, es decir, al 10% de la población mundial.
Un estudio reciente de la Universidad Anglia Ruskin en Cambridge, Inglaterra, ha encontrado una posible solución muy simple: espaciar las letras impresas facilita una lectura más rápida y una mejor comprensión, algo que podría aplicarse no solo a las personas con dislexia sino a todo el mundo.
El equipo de Steven Stagg, autor principal del estudio, reunió a 59 estudiantes jóvenes de entre 11 y 15 años de tres centros de Inglaterra, de los cuales 32 tenían dislexia y 27 no. Mientras los investigadores los grababan, cada estudiante leyó dos textos en voz alta. Uno de ellos se imprimió en su formato original, en el otro, el espacio entre las letras se incrementó en 2,5 puntos. Ese espacio extra equivale a aproximadamente 0,88 milímetros. La grabación permitió a los científicos medir la velocidad de lectura y si alguien se saltaba una palabra, la contaban como un error.
Las personas con dislexia utilizan técnicas especiales para leer, como superposiciones de colores. Los investigadores plantearon este método también a los estudiantes de esta prueba. Había láminas de plástico estaban teñidas de distintos colores, y los voluntarios colocaban el plástico encima del texto para leerlo.
Esas superposiciones de colores no ayudaron a ningún grupo de niños a leer mejor, pero el espacio extra sí lo hizo. Los niños con dislexia leyeron el texto con espacios más amplios un 13% más rápido que el texto con el espacio original, y estos niños cometieron menos errores. Los estudiantes sin dislexia leyeron más rápido también, aunque solo en un 5%.
El propio Stagg tiene dislexia, y está especializado en estudiar cómo la mente procesa el lenguaje. No le sorprendió que las superposiciones de colores no fueran útiles, porque a él tampoco le funcionó. Aunque lo que sí le asombró es que las letras con espacios más amplios ayudaron incluso a los niños sin dislexia.
«Esto es gran descubrimiento», dijo el científico, «ya que significa que los profesores y los editores pueden imprimir material con un espacio adicional entre las letras sabiendo que ayudará a todos». Además, Stagg apunta que los lectores con dislexia no se sentirían discriminados por tener que utilizar materiales de lectura especiales.
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