Un estudio identifica la respuesta de cada órgano del cuerpo humano a un ayuno prolongado de siete días sin alimentos
Es poco probable que nuestros antepasados de las cavernas comieran todos los días. La relevancia del ayuno en la especie humana va más allá de la mera restricción alimenticia, abarcando dimensiones espirituales, religiosas, de salud y de identidad cultural.
Nuevos hallazgos revelan que el cuerpo experimenta cambios significativos y sistemáticos en múltiples órganos durante periodos prolongados de ayuno. Los resultados demuestran la existencia de beneficios para la salud que van más allá de la pérdida de peso, pero también ponen de manifiesto que cualquier cambio potencialmente perjudicial para la salud parece producirse sólo después de tres días sin ingerir alimentos. El estudio, publicado en Nature Metabolism, supone un avance en la comprensión de lo que ocurre en el organismo tras periodos prolongados sin ingerir alimentos.
Al identificar los posibles beneficios del ayuno para la salud y su base molecular subyacente, los investigadores del Instituto Universitario de Investigación Precision Healthcare (PHURI) de la Universidad Queen Mary de Londres y de la Escuela Noruega de Ciencias del Deporte ofrecen una hoja de ruta para futuras investigaciones que podrían conducir a intervenciones terapéuticas, incluso para personas que pueden beneficiarse del ayuno pero no pueden someterse a ayunos prolongados o a dietas que imiten el ayuno, como las cetogénicas.
Cualquier cambio potencialmente perjudicial para la salud parece producirse sólo después de tres días sin ingerir alimentos
A lo largo de milenios, el ser humano ha desarrollado la capacidad de sobrevivir sin alimentos durante periodos prolongados. Millones de personas en todo el mundo practican el ayuno con distintos fines médicos y culturales, entre ellos beneficios para la salud y pérdida de peso. Desde la antigüedad, se ha utilizado para tratar enfermedades como la epilepsia y la artritis reumatoide.
Durante el ayuno, el cuerpo cambia su fuente y tipo de energía, pasando de las calorías consumidas a utilizar sus propias reservas de grasa. Sin embargo, más allá de este cambio en las fuentes de combustible, poco se sabe sobre cómo responde el organismo a periodos prolongados sin ingerir alimentos y las posibles repercusiones -beneficiosas o adversas- que ello pueda tener en la salud. Las nuevas técnicas que permiten a los investigadores medir miles de proteínas circulantes en la sangre brindan la oportunidad de estudiar sistemáticamente y con gran detalle las adaptaciones moleculares al ayuno en humanos.
Los investigadores hicieron un seguimiento de 12 voluntarios sanos que participaron en un ayuno de siete días de sólo agua. Los voluntarios fueron sometidos a un estrecho seguimiento diario para registrar los cambios en los niveles de unas 3.000 proteínas en sangre antes, durante y después del ayuno. Al identificar qué proteínas intervienen en la respuesta del organismo, los investigadores pudieron predecir los posibles efectos del ayuno prolongado sobre la salud integrando información genética procedente de estudios a gran escala.
Los voluntarios perdieron una media de 5,7 kg tanto de masa grasa como de masa magra
Como era de esperar, los investigadores observaron que el organismo cambiaba de fuente de energía -de la glucosa a la grasa almacenada en el cuerpo- en los dos o tres primeros días de ayuno. Los voluntarios perdieron una media de 5,7 kg tanto de masa grasa como de masa magra. Después de terminado el ayuno, con solo tres días de comer, los voluntarios recuperaron la masa magra casi por completo, pero no recuperaron la masa grasa.
Por primera vez, los investigadores observaron que el organismo experimentaba cambios en los niveles de proteínas tras tres días de ayuno, lo que indicaba una respuesta de todo el cuerpo a la restricción calórica total. En general, una de cada tres proteínas medidas cambió significativamente durante el ayuno en todos los órganos principales. Estos cambios eran constantes en todos los voluntarios, pero había rasgos distintivos del ayuno que iban más allá de la pérdida de peso, como los cambios en las proteínas que forman la estructura de soporte de las neuronas en el cerebro.
Claudia Langenberg, Directora del Instituto Universitario de Investigación en Salud de Precisión (PHURI) de Queen Mary, afirmó: «Por primera vez podemos ver lo que ocurre a nivel molecular en el organismo cuando ayunamos. El ayuno, cuando se realiza de forma segura, es una intervención eficaz para perder peso. Las dietas populares que incorporan el ayuno -como el ayuno intermitente– afirman tener beneficios para la salud que van más allá de la pérdida de peso. Pero los resultados del estudio demuestran que estos beneficios sólo se aprecian después de tres días de restricción calórica total, más tarde de lo que se pensaba.
Maik Pietzner, titular de la Cátedra de Datos Sanitarios de PHURI y codirector del Grupo de Medicina Computacional del Instituto de Salud de Berlín en Charité, afirmó:
«Nuestros hallazgos han proporcionado una base para algunos conocimientos ancestrales sobre por qué se utiliza el ayuno para determinadas afecciones. Aunque el ayuno puede ser beneficioso para tratar algunas, muchas veces no es una opción para los pacientes que padecen enfermedades. Esperamos que estos hallazgos puedan aportar información sobre por qué el ayuno es beneficioso en ciertos casos, que luego pueda utilizarse para desarrollar tratamientos que los pacientes puedan realizar».
REFERENCIA
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