Los gatos domésticos son un modelo para el estudio de los orígenes y el tratamiento de la obesidad en los seres humanos, según sugiere un nuevo estudio de la microbiota intestinal felina
Aunque aún queda mucho por aprender, los hallazgos sitúan a los gatos domésticos a la cabeza de la lista de animales cuyas bacterias intestinales pueden decirnos mucho sobre las nuestras, y sobre si una terapia basada en el microbioma intestinal podría ser una forma de combatir la obesidad.
Un equipo de investigadores veterinarios analizaron muestras fecales de gatos gordos mientras los animales perdían y mantenían el peso a lo largo de cuatro cambios dietéticos, incluida una estricta reducción de calorías. El equipo descubrió que los cambios relacionados con la alimentación en el microbioma intestinal de los gatos -el conjunto de bacterias y moléculas que producen y consumen- presentan sorprendentes similitudes con los efectos de la dieta en el intestino observados anteriormente en humanos.
«Los animales comparten nuestras camas. Comparten nuestros helados. Hay muchas cosas que la gente hace con sus mascotas que ponen de relieve que son un modelo de enfermedad natural con exposiciones ambientales similares a las de los humanos», explica la autora principal del estudio, Jenessa Winston, profesora adjunta de Ciencias Clínicas Veterinarias de la Universidad Estatal de Ohio.
Se calcula que el 60% de los gatos son obesos o tienen sobrepeso en los países desarrollados
«Ser capaces de ver cambios en los gatos que surgen en el contexto de la obesidad y la diabetes tipo 2 en las personas los convierte en un modelo realmente bueno para empezar a buscar más terapias dirigidas al microbioma para la obesidad en los seres humanos si estamos viendo un cambio similar», dijo. «Los microbios que observamos en este estudio también aparecen una y otra vez en los estudios con humanos, y está claro que la gente no come comida para gatos, ¿verdad?». El estudio se ha publicado recientemente en la revista Scientific Reports.
Se calcula que el 60% de los gatos son obesos o tienen sobrepeso en los países desarrollados, y más de dos de cada cinco adultos en Estados Unidos padecen obesidad, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. En España la cifra es una persona de cada cinco.
En la Universidad Estatal de Ohio, Winston supervisa dos grandes ensayos clínicos que exploran el potencial de los trasplantes fecales de perros y gatos delgados para ayudar a sus congéneres con sobrepeso a adelgazar. «Mi laboratorio se centra en cómo aprovechar el poder terapéutico de los microbios», explica. «Para ello, tenemos que entender cómo los estados de enfermedad pueden ser diferentes de los de salud, de modo que podamos intentar averiguar y dirigirnos mejor, desde el punto de vista mecánico, a los cambios que se producen en el microbioma».
En este estudio, los investigadores alimentaron a siete gatos obesos con una dieta de cuatro fases durante 16 semanas: alimentación libre con comida comercial para gatos durante dos semanas, alimentación libre con una dieta especialmente formulada para perder peso durante una semana, alimentación con restricción calórica de la dieta para perder peso para lograr una reducción del 1-2% del peso corporal por semana durante 11 semanas, y vuelta a la dieta original de mantenimiento.
El análisis de las muestras fecales tomadas durante las distintas fases de la dieta se centró en los cambios en la presencia de metabolitos de ácidos grasos de cadena corta, moléculas producidas por las bacterias durante la digestión. Los ácidos grasos son interesantes porque provocan tipos específicos de comunicación entre los microbios intestinales y los tejidos del resto del organismo, incluidas señales hormonales que pueden relacionarse con la inflamación y la resistencia a la insulina.
El equipo descubrió que la abundancia de un ácido graso de cadena corta llamado ácido propiónico -que en otros mamíferos regula el apetito, reduce la acumulación de grasa y protege contra la obesidad y la diabetes- aumentaba en las heces cuando los gatos perdían peso con la dieta restringida en calorías. La mayor composición de ácido propiónico se asoció con un aumento de la bacteria Prevotella 9 copri. Aunque en este estudio no se pudo determinar la producción directa de ácido propiónico por Prevotella, el hallazgo de que estos aumentos se produjeron al mismo tiempo, cuando los gatos estaban perdiendo peso, resultó intrigante. Investigaciones anteriores han relacionado la Prevotella 9 copri en el intestino humano con la pérdida de peso y un mejor control del azúcar en sangre.
«Cuando los gatos siguen la dieta especial formulada para perder peso, el ácido propiónico aumenta y se mantiene alto, y luego vuelve a bajar cuando se les vuelve a poner en la dieta de mantenimiento. Así que realmente se trata de un cambio dietético», afirma Winston. Este artículo pone de relieve que cuando restringimos las calorías de los gatos obesos, podemos alterar su ecosistema microbiano, y los cambios en la comunidad que observamos probablemente se correlacionan con algunos resultados metabólicos».
«Creo que los paralelismos que observamos en el modo en que los ecosistemas cambian de forma similar son útiles», afirma.
El papel preciso del microbioma intestinal en la obesidad de los mamíferos sigue siendo un misterio, pero Winston afirma que décadas de pruebas sugieren que estos organismos y las moléculas que producen son parte del problema que subyace a lo que ahora se conoce como una enfermedad muy compleja. Los hallazgos de este estudio en felinos sugieren que el perfil intestinal de los gatos de compañía podría aportar respuestas significativas para ambas especies.
REFERENCIA
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