Los brotes de la enfermedad de manos-pie-boca se suelen producir en verano entre los niños con fiebre y erupciones, pero el cambio climático puede hacer que sean más frecuentes

Los brotes de la enfermedad de manos-pie-boca (HFMD, por sus siglas en inglés), que causa fiebre y erupciones en los niños pequeños, aunque también en adultos, suelen producirse en los meses de verano. Del mismo modo, en Estados Unidos se han observado casos históricos de poliomielitis en los meses de verano. Ambas enfermedades están causadas por diferentes especies de enterovirus, un amplio género de virus ARN. Sin embargo, las causas de los patrones estacionales de estas enfermedades siguen sin estar claras.

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Foto: Wikimedia Commons

Según un reciente estudio de investigadores de la Universidad Brown, la Universidad de Princeton y la Universidad Johns Hopkins, publicado en Nature Communications, un conjunto común de factores puede explicar el calendario de los brotes de HFMD y poliomielitis. Además, estos brotes estivales pueden tener implicaciones para el cambio climático.

«Observamos que, incluso después de controlar otros factores, la temperatura parece aumentar la transmisión de enterovirus», afirma Rachel Baker, primera autora del estudio y profesora adjunta de Clima y Salud de la Familia John y Elizabeth Irving en la Universidad Brown. «Fundamentalmente, observamos un efecto de tamaño similar para la poliomielitis históricamente, y para los serotipos de enterovirus más recientes que causan la HFMD».

El cambio climático podría aumentar el tamaño máximo de los brotes de enterovirus hasta en un 40%

«Los brotes de enterovirus muestran patrones claros en el espacio», señaló el coautor Saki Takahashi, profesor de Epidemiología de la Universidad Johns Hopkins que ha estudiado previamente la dinámica de los brotes de enterovirus tanto en China como en Japón. «En latitudes más altas vemos grandes brotes de HFMD cada dos o tres años, pero más cerca de los trópicos observamos brotes dos veces al año: nuestros resultados son capaces de captar estos patrones a gran escala».

Baker y sus coautores utilizaron un modelo epidemiológico para demostrar que la temperatura y los factores demográficos, en concreto el calendario de los semestres escolares, pueden explicar los dos brotes anuales de EMPB en el sur de China. En lugares más septentrionales, domina el efecto de la temperatura y desaparece el de la escolarización.

«Lo que realmente importa es el rango estacional del clima, es decir, la temperatura máxima y la temperatura mínima», afirma el coautor Wenchang Yang, investigador asociado de Geociencias de la Universidad de Princeton. «Eso podría tener implicaciones sobre cómo pensamos en los efectos futuros».

Los autores utilizaron su modelo para considerar las implicaciones del cambio climático en los brotes de enterovirus utilizando los resultados de 14 modelos climáticos diferentes. «Un hallazgo clave es el impacto de la variabilidad», afirma Gabriel Vecchi, coautor del estudio, catedrático de Geociencias Knox Taylor y director del Instituto Medioambiental High Meadows de la Universidad de Princeton. «El impacto de la variabilidad climática en la dinámica de las enfermedades está infraexplorado, y este estudio representa un claro avance en la necesaria exploración de este tema».

Los autores descubrieron que el cambio climático podría aumentar el tamaño máximo de los brotes de enterovirus hasta en un 40%, pero los efectos varían según el lugar y el modelo climático. La mejora de la vigilancia de la circulación de enterovirus podría ayudar a rastrear estas posibles repercusiones: «Los estudios serológicos son vitales para rastrear la susceptibilidad a los enterovirus y otros patógenos», afirma Takahashi.

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