Junto con el collar y el peine, los pendientes son los objetos que menos han evolucionado desde su invención. Los ejemplares más antiguos que se conservan tienen más de seis mil años y proceden de Egipto. Eran unos aros que atravesaban las orejas, y servían para atraer el interés. A lo largo de la historia han tenido multitud de finalidades: a los de cornalina se les atribuía el poder de curar el dolor de estómago, sirvió también como recompensa civil o militar, y para simbolizar la condición de esclavo. En el amor ha tenido connotaciones eróticas, pero sobre todo alude al lazo que une a quien lo lleva y a la persona que lo regaló.
Redacción QUO
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