Ni asesinado, ni muerto en accidente de caza. El famoso Tutankamón, el niño rey egipcio, murió a los 19 años fruto de la malaria y una enfermedad ósea. Así lo señala una investigación publicada en The Journal of the American Medical Association (JAMA).
Los responsables del trabajo, un grupo de expertos del Consejo Supremo de Antigüedades de El Cairo, dirigidos por Zahi Hawass, realizaron diversos análisis antropológicos, radiológicos y del ADN de la momia de Tutankamón y otras diez momias de la época (entre 1410 y 1324 a.C), posiblemente emparentadas con él.
Los científicos hallaron varias patologías, como una enfermedad ósea conocida como mal de Kohler, y la presencia del parásito de la malaria, tanto en la momia de Tutankamón como en las de varios de sus familiares. El estudio ha servido también para descartar, como sugerían algunos expertos, que el joven emperador sufriera de ginecomastia, un desarrollo exagerado de los pechos en los varones, o del síndrome de Marfan, que se caracteriza por una longitud excesiva de los miembros. Y también ha permitido identificar a varias de las momias anónimas. Entre ellas, la abuela de Tutankamón y su padre, el emperador Akenatón.
Redacción QUO
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