Los cachalotes tendrían la solución para el cambio climático. O al menos una idea. Según han descubierto expertos de la Universidad de Flinders, Australia, las heces de estos cetáceos contienen hierro que sirve para estimular el crecimiento del fitoplancton. Estos organismos absorben 40.000 toneladas de CO2, el doble de lo que liberan los cachalotes al respirar.
La noticia ha sido publicada en Royal Society Journal Proceedings B y resulta interesante por cómo actúa, en este caso, la cadena alimentaria: los cachalotes se alimentan en las profundidades y luego suben para defecar, y allí, en la superficie, se concentra el fitoplancton que a su vez sirve de alimento al zooplancton y estos a organismos cada vez más complejos, que luego vuelven a alimentar a los cetáceos.
Esto podría explicar (siempre y cuando se comprueben las fuentes) la «paradoja del krill»: la abundancia de krill en el Antártico se redujo cuando aumentó la caza de ballenas.
Juan Scaliter
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