SER HUMANO

Disfunción eréctil

La actitud de la pareja es determinante en la manera con que el hombre afronta la disfunción eréctil y que acuda o no al médico en busca de ayuda. Así lo revela la doctora Mª Fernanda Peraza-Godoy, uróloga y andróloga del Centro de Urología, Andrología y Salud Sexual de Palma de Mallorca, que ha escrito el libro Disfunción eréctil, un tema de mujeres, con el que pretende animar a las mujeres a comprender el problema de sus parejas y ayudarles a buscar la solución. El libro será presentado el próximo lunes en el Colegio de Médicos de Baleares por el doctor Mariano Rosselló Barbará, director del citado Centro y del Instituto de Medicina Sexual, en Madrid.

«La mujer tiene un papel fundamental en el diagnóstico de la disfunción eréctil. Es la primera persona distinta al afectado quien se da cuenta o a quien se le comunica la disfunción», indica la doctora Peraza-Godoy. «Para los hombres, éste es un problema masculino. Lo consideran de ellos exclusivamente pues les da vergüenza y les causa temor, mientras que la mujer bien informada entiende que se trata de un problema de pareja», asegura y añade «una visita a tiempo al especialista puede evitar la ruptura de la pareja».

La disfunción eréctil está relacionada con la depresión en la mujer, según un estudio publicado en el último número de la revista Climateric. En él se concluye que «en la mediana edad, la función sexual estaba significativamente asociada con depresión, además del estatus hormonal y la función sexual de la pareja». La impotencia es también, después de la halitosis, la primera causa de disminución del deseo sexual en la mujer española, según una encuesta elaborada por Pfizer. La práctica totalidad de las mujeres españolas consideran que la disfunción eréctil puede tener un impacto negativo en la autoestima de los hombres (96%) y un 88% de estarían dispuestas a hablar con su pareja sobre su problema.

La falta de erección, según la doctora Peraza-Godoy, «provoca sentimientos de frustración, miedo, ansiedad, angustia y depresión, incrementados por los valores de una sociedad que por muchos años ha genitalizado al hombre, vinculando su capacidad de amar y proteger al desempeño sexual». Cuando tiene lugar el fallo, esta experta recomienda mantener las relacio­nes sexuales, aunque sea sin penetración. Lo importante, destaca, es contar con la comprensión de la pareja. Sin ella se puede entrar en un círculo vicioso, advierte: «Genera antes, durante y después del coito actitudes dirigidas exclusivamente hacia el desempeño del pene y la erección, que una vez activadas, son difíciles de detener sin ayuda especializada». Por ejemplo, «la anticipación al fallo crea sentimientos de minusvalía que progresivamente distanciarán las relaciones sexuales, y durante las mismas se pierde el objetivo principal lúdico y de placer, volviéndose el hombre un vigilante y espectador de su erección». Eso desencadena «disminución progresiva del deseo, problemas de pareja, estados depresivos o de irritación».

Se calcula que más de 2 millones de españoles sufren disfunción eréctil, aunque la prevalencia aumenta con la edad. El origen psicógeno es más frecuente en hombres jóvenes. Se puede precipitar por factores como la falta de información sobre temas sexuales, expectativas altas y sobrevaloración de la pareja, por temor a quedar mal durante el coito, anticipación al fracaso y toda circunstancia que genere ansiedad y estrés. En varones más mayores las causas más frecuentes son de origen orgánico, como sedentarismo, hipertensión arterial obesidad, diabetes, tabaquismo, cirugía y colesterol alto. En estos casos a veces se puede devolver la funcionalidad actuando sobre la causa. Así, un estudio publicado en la revista British Medical Journal of Urology International del pasado mes de agosto, ha demostrado que «dejar de fumar provoca una mejora significativa tanto de los índices psicológicos como autorreferidos de la salud sexual en fumadores de muchos años, con independencia de la disfunción eréctil que se tuviera de base».

Existen muchos tratamientos, desde los fármacos a las inyecciones o las prótesis, la solución definitiva. En cualquier caso, aconseja la doctora Peraza-Godoy, «hay que acudir a un centro especializado, si es posible en pareja, que nos indique la terapia más adecuada y que nos ofrezca, a su vez, asesoramiento psicológico».

Fuente: COM SALUD

Redacción QUO

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