Olvídense por un rato de Ben Hur o La túnica sangrada y vamos a repasar algunas de las películas de Pascua más disparatadas o insólitas jamás rodadas. Cine sacro (o no tanto) que en estas fechas nunca ponen por la tele. ¿Por qué será?
El clan de los nazarenos (1975)
Una de las cintas más disparatadas que un servidor ha tenido ocasión de contemplar. Su protagonista, interpretado por el solvente Javier Escrivá, es un sacerdote tentado por el lado oscuro; ya saben, la carne, las drogas, el dinero… y que lidera una banda de delincuentes formada ¡por cofrades sevillanos! El fulano tiene un plan realmente diabólico. Llevar una vida absolutamente pecaminosa y en el último momento, cuando esté a punto de morir, arrepentirse para así salvar su alma. Un auténtico genio del mal, como verán ustedes. Pero como existe la justicia poética, la muerte sorprenderá a nuestro entrañable villano sin darle tiempo a arrepentirse y, acabará purgando sus maldades en el fuego del infierno. ¿Y luego dicen que el cine religioso no es divertido?
El largo viernes santo (1980)
Casi una obra maestra. Para que luego no se me quejen y me digan no les recomiendo también buen cine. Bob Hoskins y Helen Mirren protagonizan esta cinta británica sobre el enfrentamiento entre la mafia londinense y el IRA. Un salvaje ajuste de cuentas que teñirá el viernes santo de sangre. Es una película sucia, violenta, descarnada y amoral, donde no hay personajes positivos. Tan solo, cadáveres o individuos a un paso de serlo.
Lauren y los ninjas nazarenos del infierno (1984)
Hay títulos que bien merecen un Oscar. En este caso se trata del delirante título español que le pusieron a una desopilante película de acción turca protagonizada por Cuneyt Arkin, todo un ídolo del frikismo. Lo de Lauren se debe al parecido que el actor otomano guardaba con el desaparecido Lauren Postigo, y lo de los nazarenos a la similitud que los trajes de los ninjas guardan con los de nuestros cofrades nacionales. La cinta no hay por donde cogerla. Es la prueba definitiva de que el infracine puede llegar hasta los más ignotos abismos de la abominación. Infrainterpretaciones, peleas de saldo, decorados (es un decir) de risa… Realmente parece una cinta filmada por chabolistas, más que una película profesional.
El director Russell Mulcahy y el actor Christopher Lambert, que en los años 80 facturaron aquel taquillazo titulado Los inmortales, volvieron a unir sus fuerzas en este violentísimo thriller deudor de la mítica Seven. Aquí Lambert es un policía que investiga los asesinatos de un psicópata que siempre roba algún miembro de sus desafortunadas víctimas. El detective descubrirá que lo que el asesino pretende es reconstruir el cuerpo de Cristo antes del domingo de resurrección. La premisa argumental es realmente delirante, y la película no defrauda en lo que a desmelene se refiere. Pero tiene la virtud de recordarnos que, en el fondo, por muy píos que nos pongamos, la Semana Santa siempre ha tenido un indudable componente gore. En fin, una torrija sangrienta para que la disfruten los más cafres de la casa.