Estar desnudo frente a una cámara es probablemente un gran paso fuera de la zona de confort para la mayoría de las personas. Y este fue el plan creativo de Dylan Hamm cuando invitó a decenas de voluntarios a una sesión de fotos con el objetivo de captar cómo nuestros rostros pueden decir más que las palabras. Allí les tomó dos fotos tipo pasaporte, solo que en una estaban vestidos y en la otra desnudos.
“La idea de este proyecto – explica Hamm en su página web – surgió de una pregunta en la que he pensado durante años: ¿qué nivel de expresiones faciales no verbales mostramos sin ser conscientes de ellas? Me propuse demostrar la idea de que las personas muestran más en su rostro de lo que creen”.
Al mirar las dos imágenes de uno de los voluntarios, probablemente no notaremos una gran diferencia ya que, a primera vista, se ven muy similares. Sin embargo cuando empezamos a analizar las características, los pequeños cambios en las expresiones o en los ojos, provocados por la desnudez, detectamos ciertas diferencias.
“El propósito de esto – continúa Hamm – fue demostrar las diferentes expresiones faciales entre vestidos y no, para capturar físicamente la evidencia del impacto que algo tan simple como estar desnudo puede tener en las micro-expresiones faciales”.
En su proyecto Hamm no da una respuesta. En algunos casos, un sujeto vestido está a la derecha, en el otro, a la izquierda, por lo que solo podemos decidir leyendo sus rostros.
“Elegí mezclar las caras para que fuera más complicado para el espectador decidir, y tendría que mirar más detenidamente para hacer sus propios juicios. También decidí no decir cuál es cuál, con la esperanza de crear una conversación en un entorno de galería entre todos los espectadores”.
«Quería que la gente estuviera desnuda – agrega Hamm –, porque buscaba una vulnerabilidad honesta de los modelos. Les pedí que se quitaran la ropa y las joyas, y les pedí que no se prepararan con maquillaje de antemano. Los voluntarios estaban de pie sobre una caja para darles una especie de plataforma para sentirse más cómodos”.
“El enfoque y la reacción ante el hecho de desnudarse varían en cada persona, desde reírse, gritar y hacer bromas – concluye Hamm –. Los resultados del experimento variaron desde reacciones no verbales muy sutiles hasta contrastantes. Desde una leve sonrisa o una chispa apenas perceptible en los ojos hasta sonrojarse y reírse, cada persona tenía una emoción única escrita en su rostro”.