¿Por qué hay hombres que ligan más que tú aunque no sean estéticamente dioses griegos? Un ejemplo claro en el Hollywood clásico es Clint Eastwood, o en la España moderna podríamos hablar de Quim Gutiérrez. No son los típicos Adonis, pero tienen un nivel de atractivo muy superior a la media. ¿Por qué?
Quizás la respuesta esté en que ser atractivo no es cuestión de gustos. O al menos eso desvelan algunos estudios al hablarnos de proporciones, medidas y pequeños detalles intangibles que lo significan todo.
LOS ATLETAS, LOS MÁS TRIUNFADORES
Esto es lo que cuenta la Universidad de Cambridge, según ellos los hombres deportistas y atléticos (y no hablamos de los profesionales) resultan más atractivos que el resto por la virilidad y sensación de ser fértiles por sus altos niveles de testosterona y resistencia física.
Antropológicamente, las mujeres perciben esas características de forma inconsciente con un sentido biológico: mejores genes, mejores hijos. Así somos de primitivos, pero este tema se explica totalmente en El mono desnudo de Desmond Morris, lectura obligatoria.
La simetría es otro de los aspectos que mayor atractivo generan, sobre todo la facial, ya que deja entrever buenos genes y está ligada a la amabilidad, la extroversión y la generosidad.
Otro de los factores importantes son las manos masculinas, estas pueden revelar mucha información, como que cuanto más grande sea el dedo anular en comparación con el índice, mayores niveles de testosterona y mayor promiscuidad, según la Universidad de Oxford.
El pelo rubio tiende a oscurecerse con la edad, así que tener el pelo siempre rubio o más claro se ha relacionado con un síntoma de juventud, vitalidad, a diferencia del pelo oscuro que se vincula al paso del tiempo.
No obstante, los rasgos demasiado infantiles se alejan de la virilidad porque se asocian a la infancia, así que aquí hay que encontrar el equilibrio perfecto.
La forma del cuerpo también es susceptible de atractivo: una grasa corporal del 12% en hombres es el porcentaje perfecto para resultar atractivo.
Científicamente se ha demostrado que podemos oler los genes de otras personas, de manera que terminaremos fijándonos, casi inconscientemente, en quienes tengan unos genes parecidos a los nuestros. Así que no es ninguna tontería que te fijes en personas con las mismas buenas características físicas que tú e incluso que se te parezcan en algo.
Vía: Esquire ES