El efecto protector de la ingesta de frutos contra el deterioro cognitivo en la población anciana cuenta con suficiente evidencia científica. Ayudan a reducir el riesgo de hipertensión, de estrés oxidativo y de diabetes y podrían tener un efecto protector contra el declive cognitivo propio de la edad. Faltaba por saber si también podría influir su consumo en el desarrollo neurológico infantil y su posible asociación con la gestación. Ahora, un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y publicado en European Journal of Epidemiology, ha asociado por primera vez una dieta rica en frutos secos durante el primer trimestre de embarazo con una mejor función cognitiva, capacidad de atención y memoria de trabajo a largo plazo en los futuros hijos.
La investigación se realizó en España con 2.208 parejas madre e hijo inscritas en cohortes de Asturias, Guipúzcoa, Sabadell y Valencia del proyecto INMA. Las madres respondieron a cuestionarios sobre hábitos alimentarios en el primer y último trimestre del embarazo que incluían información sobre el consumo de frutos secos. El desarrollo neuropsicológico de los niños y niñas se evaluó por medio de diversos tests estandarizados y validados que se realizaron 1,5, 5 y 8 años después del nacimiento. El objetivo fue analizar la asociación de la ingesta materna de nueces durante los meses de gestación con resultados neuropsicológicos infantiles.
Los exámenes neuropsicológicos se basaron en las escalas de desarrollo infantil de Bayley (1.5 años), las escalas de McCarthy en habilidades de los niños (5 años), la prueba de red de atención (ANT, 8 años) y la prueba N-Back (8 años). El estudio controló también factores como la educación materna, la clase social, el índice de masa corporal, la ingesta de energía, la ingesta de pescado, los suplementos de omega-3, el consumo de alcohol y los hábitos de tabaco durante el embarazo.
El primer trimestre es decisivo
Los resultados mostraron que los hijos pertenecientes al grupo con un mayor consumo materno de frutos secos durante el primer trimestre de embarazo obtuvieron mejores resultados en todos los exámenes practicados para medir función cognitiva, capacidad de atención y memoria de trabajo. Los frutos que se tuvieron en cuenta fueron nueces, almendras, cacahuetes, piñones y avellanas. Los autores creen que los efectos beneficiosos hallados podrían deberse a su alto contenido en ácido fólico y, sobre todo, en ácidos grasos esenciales, como omega-3 u omega-6.
En el tercer trimestre del embarazo la ingesta de nueces mostró asociaciones más débiles, lo que indica que el consumo de estos alimentos durante el embarazo temprano se asocia con el desarrollo neuropsicológico infantil a largo plazo. Se necesitan futuros estudios y ensayos clínicos aleatorios para confirmar este patrón de asociación con el fin de ampliar las pautas de nutrición en las mujeres embarazadas.