Los emails que Bill Gates publicó tras su jubilación no han sido encontrados entre las ruinas de un tesoro milenario pero podrían compararse, salvando las distancias, con el hallazgo de los dibujos de Leonardo o las cartas de Copérnico. Al fin y al cabo, se trata del testimonio epistolar de uno de los protagonistas de la historia contemporánea de los últimos treinta años. En uno de esos mensajes, por ejemplo, Gates habla de Chicago, el nombre en clave que tuvo Windows mientras lo estaban desarrollando. Porque, aunque a algunos les parezca mentira, hubo una época en la que “windows” significaba solo “ventanas” en inglés, las pantallas eran de fósforo verde y en ellas únicamente se podían representar unas cuantas líneas de texto. De hecho, la primera aproximación al color y los gráficos se vio con el Commodore Amiga en 1985. Este ordenador, ¡con un ratón de serie!, supuso un gran salto, que no consiguió igualar nadie hasta once años más tarde, con la aparición del 486 de Intel y el Windows 95.
Se lleva la nostalgia
Viejos cacharros como el Amiga son los protagonistas el Vintage Computer Festival, el festival de ordenadores clásicos más importante del mundo que este año se celebrará entre el 13 y el 15 de septiembre en New Yersey (EEUU) y que, según asegura en su web: “tiene como misión promover la conservación y el estudio de tecnologías ya obsoletas, pero que han jugado un papel importante en la revolución tecnológica”. También en España tenemos una réplica de esta feria, aunque más modesta, en Retromadrid. Se trata de una iniciativa de la Asociación de Usuarios de Informática Clásica en la que se muestran ordenadores antiguos en perfecto estado y se celebran conferencias sobre el hardware y el software de antaño. Su presidente, Rafael Corrales, aseguraba en rueda de prensa: “Nuestro propósito es dar a conocer a la opinión pública el papel básico de estos sistemas clásicos, precursores y protagonistas de la revolución microinformática y reivindicarlos ante las nuevas generaciones”. El siguiente objetivo de esta asociación es crear un museo que los albergue. Por ahora, tienen uno online en www. museo8bits.com. Un nombre en honor de las máquinas que más admiración despiertan, las creadas en la década de los ochenta, cuya fiebre se ha denominado Scene (Escena) en el mundo anglosajón. Muestra de esta enfermedad por la retroinformática ochentera es que, hace unos meses, un internauta sorprendió a todo el mundo utilizando un Spectrum, una impresora matricial y un escáner antiguo para ganar el concurso de versiones que convocó el grupo RadioHead para promocionar su nuevo disco. Al fin y al cabo, fue hace veinte años cuando realmente se popularizó la informática en el mundo occidental.
Redacción QUO
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