En este cóctel explosivo se cuela la química hormonal, pero también nuestro aprendizaje sentimental; juntos, son los que deciden si merece la pena cultivar la sexualidad.
Transgredir aporta un plus de placer en el que desempeña un papel crucial la curiosidad, lo novedoso y lo obsceno, elementos que enriquecen ese deseo erótico y crean en la pareja complicidad.
El mundo emocional no puede ser compartimentado, aparte de las dimensiones física, mental y espiritual. Intentarlo supone construir corazas que son un arma de doble filo.
El entendimiento sexual toca a millones de células sensoriales y terminaciones nerviosas. Quienes mejor funcionan han aprendido un código de comunicación común con las preferencias y necesidades de cada uno.
Redacción QUO
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