La Ruta de la Seda vinculaba Roma con China. Por ella se difundieron desde el s. III a.C. inventos como el papel y religiones como el cristianismo o el islamismo. Quienes la transitaron traspasaron además las barreras idiomáticas y culturales para entablar con la población local relaciones mucho más íntimas y, en muchos casos, fructíferas. Así lo cuentan los relatos históricos y ahora lo confirman también sus descendientes vivos. Incluso los que no tenían ni idea de su propio mestizaje.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Oxford, el University College de Londres y el Instituto Max Planck de Biología Evolutiva de Leipzig ha detectado en ellos el material genético que atestigua de dónde venían sus ancestros y en qué épocas aproximadas se cocinaron esos cócteles entre poblaciones, distantes a veces miles de kilómetros. En un estudio publicado en Science, muestran las conclusiones de haber analizado el ADN de 1490 personas pertenecientes a 95 pueblos distintos de Europa, África, Asia y Sudamérica. Gracias a un complejo método estadístico denominado Globetrotter (Trotamundos), han podido leer los grandes encuentros acontecidos en los últimos 4.000 años.
Algunos, como el de la Ruta de la Seda, pueden asociarse con invasiones o movimientos de población conocidos. Es también el caso de los mayas, que presentan material genético similar al predominante en las poblaciones española, india americana y de África occidental, en una mezcla que se definió hacia el 1670. Sin embargo, los Tu, una minoría étnica de China con unos 247.000 habitantes, poseen genes que les proporcionaron hacia el año 1.200 un grupo de europeos de origen griego. Los autores sospechan que podría tratarse de comerciantes transitando por la mencionada Ruta de la Seda.
Del mismo modo, el ADN analizado ha mostrado las huellas dejadas por el Imperio Mongol. Los descendientes de sus aguerridos guerreros forman hoy parte de los hazara de Pakistán y de otros seis pueblos diseminados hacia el oeste hasta llegar a Turquía.
Pero no son los únicos acontecimientos del pasado paquistaní. Entre sus habitantes actuales se ha detectado también la herencia de los esclavos sudafricanos sacados de África a partir del s.VIII como parte del comercio árabe. Enviados a diversas zonas de Asia, a islas del Océano Índico y a Brasil, puede rastrearse su influencia en las distintas poblaciones a lo largo de más de 1.000 años.
Para indagar en todo ese pasado genética, los autores del estudio han revisado diversos bloques de ADN repartidos por todos los cromosomas. Con sus conclusiones han elaborado un atlas interactivo que puede consultarse en internet y esperan que en el futuro puedan aprovecharse para saber más acerca de cómo influye esa configuración genética en las enfermedades y la salud de cada grupo.
Pilar Gil Villar
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