Será por la crisis o por el bienestar físico y emocional que produce; o por la suma de ambos factores. Pero lo cierto es que el running está viviendo un auténtico boom. Los parques de las ciudades se llenan de corredores, y la participación en las pruebas populares ha aumentado de forma espectacular en los últimos años.
Un equipo por cuarenta euros
Según los datos que maneja SportPanel, empresa dedicada a analizar el sector del deporte, en España existen más de dos millones y medio de corredores aficionados. Pero esa cifra se refiere únicamente a quienes se apuntan a carreras populares o están inscritos en clubes especializados; existe al menos otro millón de atletas anónimos y solitarios que casi a diario se calzan las zapatillas y salen al parque más cercano a “echar kilómetros”.
Y la cosa va a más, ya que, según se deduce de algunos estudios que maneja esta misma empresa, el fenómeno no ha hecho más que empezar: la afición puede crecer aún un 21 por ciento en los próximos tres años.
Está claro que el running vive su momento dorado. Pero ¿cuáles son realmente las causas de esta fiebre? “La gente empieza a correr por muchos motivos, para perder peso o para superar sus propios límites demostrando que pueden llegar a correr un maratón completo, y luego se enganchan”, nos explica Paco Noguera, fundador de carreraspopulares.com, una de las webs de referencia para los corredores españoles.
“El boom comenzó en 2005”, cuenta Raúl Fuentes, director de comunicación de LatLap, firma encargada de organizar pruebas como la San Silvestre Vallecana. “A partir de ese año, la participación en este tipo de pruebas se disparó de forma asombrosa”.
Sin duda, la crisis económica ha tenido mucho que ver. En principio, correr es un deporte que puede considerarse casi gratuito. Puede practicarse en cualquier sitio y a cualquier hora, y solo son necesarios unos pantalones, una camiseta y un par de zapatillas. “El equipamiento básico puede conseguirse por unos cuarenta euros”, nos cuenta Paco Noguera. “Con lo cual la gente se ahorra las cuotas mensuales de los gimnasios, algo que muchas personas actualmente ya no pueden permitirse”.
Pero lo que inicialmente es barato también puede volverse muy caro. Unos pantalones para correr pueden llegar a alcanzar los cien euros si son de determinadas marcas. Si a eso se le van sumando los 200 o 300 que cuestan algunos de los actuales gadgets para corredores, el coste del equipamiento puede rondar fácilmente los mil euros si no se tiene cuidado. Y si uno ya se aficiona a correr habitualmente en carreras populares, la cosa puede irse de las manos.
“Hasta el año 2000, lo normal era que los ayuntamientos corrieran con los gastos de organizar este tipo de pruebas”, prosigue Noguera. “Pero llegó un momento en que ya no podían hacerlo, y las carreras pasaron a financiarlas los propios corredores. Y ocurrió lo que era lógico: que al pagar, los aficionados se volvieron más exigentes y demandaron servicios de calidad. Seguros, cátering…”
El golf del siglo XXI
Ese inesperado crecimiento de la demanda ha generado el nacimiento de toda una industria especializada en organizar eventos para deportistas. Así, desde 2005 a 2013, el número de pruebas populares disputadas en España ha aumentado más de un 50%, hasta llegar a las más de tres mil que se celebran cada año. Paralelamente, el precio de inscripción en ellas también se ha disparado. Así, por ejemplo, apuntarse al Marató de Barcelona costaba en 2008 unos 45 euros. Cinco años después, en 2013, el precio ha subido a 62. “El running se está convirtiendo en algo parecido al nuevo golf”, explica Jaume Ferrer, de SportPanel: “Ha surgido una nueva generación de corredores para quienes participar en maratones equivale a formar parte de un club selecto, a una especie de élite. Lógicamente, nacen empresas que buscan hacer negocio con esta tendencia”.
Y es que el running es hoy mucho más que un simple deporte. Es una nueva forma de ocio. Practicarlo se está convirtiendo incluso en un acontecimiento social.
El último grito es salir a correr de noche los fines de semana. En la Ciudad Condal, por ejemplo, se celebra la Barcelona Midnight Trail, una “quedada” para atletas aficionados en la que recorren en plena madrugada una ruta urbana que finaliza en el Tibidabo.
Pero lo más cool son eventos como We own the night, carreras nocturnas organizadas por una célebre marca de calzado deportivo y que culminan con espectáculos de luces y fiesta amenizados por los DJ de moda.
Una nueva forma de hacer turismo
El sector turístico tampoco es ajeno a la fiebre del running, y los principales operadores ya trabajan con planes de vacaciones específicos para corredores aficionados. “Cada vez existe más interés por ir a correr fuera de España”, explica Luis Hita, director de Marathinez, empresa especializada en organizar tours para corredores. “Un pack con el dorsal y tres noches de hotel en París puede salir por unos 400 euros. Luego los hay de hasta 3.000 euros, como los de Nueva York y Sudáfrica, de 10 días y con visitas incluidas a parques nacionales”. Turismo y deporte, todo en uno.
También hay quien cree que esta moda es pasajera y que el running se ha convertido en una nueva burbuja que se desinflará dentro de unos pocos años. Tal vez sea así y en 2025 ya no haya festivales nocturnos ni sea lo más fashion irse al maratón de Tokio, pero correr seguirá siendo la forma más sencilla y barata de mantenerse en forma. ¿Por qué no calzarse las zapatillas y empezar ya?
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